Sobre la calle Nuestra Señora de la Merced – que por entonces se llamaba Uruguay -, entre avenida San Martín y David Magdalena, se levantaba una gruta precaria que, junto a la capilla situada en las cercanías, fueron antecesoras de la sede parroquial Nuestra Señora de la Merced.

En la fotografía, se aprecia como un sacerdote y las vecinas posan alrededor de esa gruta que luce, en la parte superior, un escudo nacional. Alcanza a verse, en el fondo de la toma, la obra en construcción de la sede parroquial que ya tenía su templo.

El poeta y escritor Julio Luque, en el marco de un documento que tituló “Yo lo viví”, cuenta que fue a finales de los anos ’20, cuando con enorme voluntad y esfuerzo, la comunidad caserina y el padre francés Louis Folliard pusieron en marcha la construcción del templo. El padre Folliard – que llegó en 1928 a la Capellanía de Caseros – era un entusiasta sacerdote, recién ordenado. El llamaba a Caseros “mon petite ville cheri” (mi pequeña villa querida) y se había propuesto un objetivo mayor: “faire une digne eglise pour Caseros”(hacer una iglesia digna para Caseros).

Tras impulsar la creación de la Comisión Pro Templo y designar como su presidente a don Pedro Montserrat, organizó una serie de colectas entre el vecindario. A pocos meses de su llegada se comenzó con los cimientos del templo y ya en el ’29, se insinuaban los muros maestros y comenzaba a delinearse la nave frontal. Ante cada contrariedad, contagiaba su entusiasmo incesante bajo la expresión: “¡Avant!… ¡Allons!… ¡Avant!…”(¡Vamos!… ¡Adelante!… ¡Vamos!…).

El domingo 14 de diciembre de 1930 se inauguró el templo consagrándolo a la advocación Nuestra Señora de La Merced.