Corre 1963 y El Aluvión  – el equipo de Rebizzo y Caseros – posa para la posteridad en la entrañable cancha del Jota Jota, que por entonces, estaba ubicada en Murias y Alberdi.

Parados: M. Canteano, C. González, Natale, Furcci, Barrientos y Troiani.
Agachados: Kelic, Colores, (?), Juan Castronuovo y Héctor Lea.

En cada esquina, un equipo. Así se vivía el futbol en Caseros. Cualquier cosa que se pareciera a una pelota, servía para patearla, acompañado el gesto con el grito de gol.

Más de un flaco se imaginaba (los gorditos, un poco menos) repitiendo el disparo ante tribunas fervorosas. En tanto llegaba ese instante de gloria, los pibes iban preparándose en los cuadros de barrio donde se mezclaban los habilidosos, los morfones, los rústicos esforzados y hasta los decididamente troncos que también tenían lugar porque eran amigos o traían la pelota.

Cuando se escriba el libro de Futbol de Caseros de todos los Tiempos, El Aluvión tendrá seguramente reservada una bonita página.