Creer o reventar. Se trata de Pedro, el fantasma del salón de actos de la escuela 12 (Belgrano, entre Andrés Ferreyra y Sarmiento).

La historia relata lo siguiente: Pedro fue alumno de la escuela N° 8 (actual 12), en los tiempos en que el establecimiento educativo estuvo ubicado en la esquina de 3 de Febrero y Belgrano. En los años ’50, el establecimiento fue trasladado a su actual ubicación (Andrés Ferreyra, entre Belgrano y Urquiza).

Cuando comenzó a construirse el salón de actos sobre la calle Belgrano, Pedro, ya mayor, fue contratado como albañil.
Se habla de un accidente laboral, de que aparentemente cayó en un pozo de la obra y nadie se percató.

Con el correr de los días, sus compañeros comentaron su repentina ausencia y también la comentaba una maestra con la que mantenía cierta simpatía. Jamás se supo algo de él. O sí.

Lo cierto es que cuando el salón abrió sus puertas – sorprendiendo por su magnífica estructura – comenzaron a encadenarse una serie de sucesos que persisten hasta la actualidad.

Nelly Quintás, vecina de Caseros, en el libro “Mitos y Leyendas de Tres de Febrero” , lo cuenta así:

“Maestras, auxiliares, algunas mamás y los actores que trabajan allí saben de su existencia. Él es amigable y bastante travieso. Se manifiesta en forma permanente y de distintas maneras. La encanta estar cerca de los niños y hasta parece que los protegiera ante algunos peligros. A veces, las personas que limpian sienten ruidos como de papelitos de caramelos detrás de ellas, se dan vuelta y nada hay. Quienes lo perciben, se sonríen y le hablan porque saben que alguien está allí.

“Alguna vez contó una maestra que encontró una rosa blanca muy perfumada en su escritorio sin que nadie pudiera explicarle cómo llegó hasta allí. Las personas más perceptivas suelen ver una figura casi transparente en la última fila de la platea y, a veces, rondando el escenario. Cada fin de año, es un invitado más y todos brindan con él.

“Un obrero que estaba arreglando en la calefacción, decidió trabajar de noche para estar más tranquilo. Cortó cables y caños en el piso y los tiró a la planta baja; al rato, todo lo que había dejado en el piso estaba nuevamente arriba. Como trabajaba solo, comentó muy extrañado lo sucedido y la gente de la escuela le explicó, entre risas, que se trataba del conocido personaje. El empleado de mantenimiento palideció y nunca más trabajó solo y mucho menos, de noche. Hay infinidad de anécdotas como ésta…”

Lo dicho al principio: creer o reventar. Lo cierto es que todo vecino que haya estado relacionado con la escuela 12, sabe de la popularidad y existencia de Pedro. Y este conocimiento, es extraño, le genera una sonrisa.