HISTORIA DEL LEGENDARIO CLUB UNIÓN DE CASEROS (4° parte)
By Caseros y su Gente

HISTORIA DEL LEGENDARIO CLUB UNIÓN DE CASEROS (4° parte)

EL FUTBOL TANTO COMO LA MILONGA SIGNÓ LA HISTORIA DEL CLUB UNION DE CASEROS. A PESAR DE QUE NI SIQUIERA TENÍA CANCHA PROPIA, EL EQUIPO QUE DEFENDIA LOS COLORES DE LA ENTIDAD FUE INTEGRADO POR RECORDADOS JUGADORES.

Futbol y milonga; después, el resto. Así, sencillamente, podría evocarse el devenir del Club Atlético Unión de Caseros (CASUC) en su época de oro. Futbol y milonga. 

Luis Penella, vecino de la calle Moreno, fue un recio defensor de los colores del club. Junto a su amigo, Herminio Verna, quien, además, supo jugar en el Urquiza y en Platense, atendían a los delanteros contrarios; a alguno de éstos, todavía les duelen aquellos roces.

Pennella alguna vez nos contó que el CASUC no tenía cancha propia y se alquilaba la del Jota Jota, la de Vías y Obras o se jugaba en esa suma de potreros que se extendía desde Álzaga y Moreno hacia el lado de Palomar.
Verna recordaba los partidos nocturnos realizados bajo la melancólica iluminación de la cancha del Jota Jota. ‘En caso de empate, se definía por penales pero, en aquel tiempo, los penales los pateaba un solo tipo; para nosotros, pateaba Paco Varvuzzi…’.

Enrique Tuchi Werenicz, vecino de Esteban Merlo y Caseros, también fue futbolista del Unión. Recordaba que, además de los mencionados, ‘fueron buenos jugadores del club: Federico Gennoni, que jugó en Central y Boca; Tito Tedeschi, Juan C. Orsi, Nino González, Ricardo Trigilli, Francisco Campana, Héctor Pedersoli, el Gordo Milne… y, en los equipos menores, Pichino Carone, el que fue campeón en Vélez…’.

Antes de que les llegara el tiempo de pensar en las chicas (o quizá, simultáneamente), los muchachos tenían a la pelota como objetivo mayor. Durante la semana, después de trabajar, se dedicaban a organizar desafíos que concretaban cada fin de semana; a veces, a razón de más de un partido por jornada.
Había jugadores que, incluso, defendían varias divisas a la vez… y hasta en distintos puestos. Se los veía por la mañana despejando un centro en la defensa del CASUC y, por la tarde, recorriendo el medio campo del Triqui Traque, legendario equipo de los alrededores de Belgrano y Álzaga.

El equipo del CASUC atravesaba, además, las fronteras caserinas para cruzarse con representativos de otros barrios. Excursiones que se concretaban mediante camiones desbordados, colectivo, tren, tranvía, etc. En estos encuentros, se jugaba tanto por el club como por el orgullo del barrio. Generalmente, se regresaba a Caseros con más de un ojo en compota.

‘En los bailes, también había piñas, precisó Tuchi Werenicz, pero eran peleas de frente march…se desafiaban, se salía del club y se agarraban a piñas, nadie se metía…pero todo era de frente’.

Tuchi subrayaba que ‘las mejores cosas de mi vida las tuve en el club’. Entre numerosos recuerdos, destacó a La Caravana del Mal Humor, grupo de teatro formado, por entre otros, Tito Luccini, Negro Gómez, Jorge Cordero, Negro Poly, Osvaldo Olivetto, Ricardito Sachi…eran fabulosos; hacían mímica, se disfrazaban… quien los vio seguramente los va a recordar’.

El CASUC, como otras instituciones similares, tuvo su tiempo de apogeo desde mediados de los años ’40 hasta principios de los ’60.
‘En un momento, el club llegó a tener 1200 socios’, aseguró Agustín Pichón Pradelli , quien ocupó el cargo de tesorero del club.
El hombre relataba que entre los objetivos de la institución, se destacaba el adquirir la propiedad ubicada en Moreno y San Jorge, cuyos dueños eran Aquilino Goso y Ansaldo.

La decisión estaba impulsada por las magníficas recaudaciones obtenidas gracias a los concurridísimos bailes. Sin embargo, no lograban llegar a un acuerdo con los propietarios quienes, en determinado momento, intimaron con el desalojo a los directivos.

‘Para evitarlo, se nos ocurrió levantar un mástil en el terreno de la esquina para que el lugar fuera considerado de interés patrio e impedir el desalojo’, contó Pradelli.

Para el día de la inauguración del mástil, se gestionó la presencia de una delegación de las Fuerzas Armadas. Ante esta imposibilidad, se invitó a un grupo de policías de la comisaría de Caseros.
Recordó Pradelli: ‘Vinieron diez vigilantes, encabezados por un subcomisario al que le decían ‘Pipita’… después de la inauguración, los invitamos a tomar algo pero Pipita obligó a los vigilantes a que solamente tomaran agua…y el mismo tomó nada más que agua’.

Uno de los artistas que se presentaban con frecuencia en el CASUC era el músico Oscar Alemán a quien se lo reconocía tanto por su virtuosismo como por su agradable trato.
Herminio Verna recordó que apenas bajaba del escenario, el magnífico guitarrista se refugiaba en el buffet del club para charlar con los asociados.

‘Otro que se la pasaba contando chistes en el buffet, aseguraba Herminio, era Julio Sosa…o, sino, se iba enfrente, a la fonda ‘El Cuyanito’, era un tipo macanudo… ¡Y cómo cantaba!’.

Las grandes orquestas que llegaban a Caseros para actuar en el CASUC, arribaban en colectivos especiales que, apenas estacionaban en los alrededores del club, eran rodeados por vecinos presurosos en acercarse a los músicos.   
‘Cuando venía Alberto Castillo, primero cantaba en la vereda, para los vecinos que iban a saludarlo; después cantaba en la pista del club y cantaba otra vez en el buffet’, aseguró Verna.

CONTINUARÁ

 

 

 

 

HABITUES DEL UNIÓN DE CASEROS

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