CUANDO DON LUIS PONCE NOS CONTÓ SU TRAYECTORIA FERROVIARIA: «PERÓN TENÍA UNA MANO DURA, TOSCA… TE REVENTABA LA MANO CON EL APRETÓN»
By Caseros y su Gente

CUANDO DON LUIS PONCE NOS CONTÓ SU TRAYECTORIA FERROVIARIA: «PERÓN TENÍA UNA MANO DURA, TOSCA… TE REVENTABA LA MANO CON EL APRETÓN»

Esto nos relató nuestro vecino de la calle Sabattini, casi esq. Murias

Fui jefe de las estaciones Morse, Chacabuco y Caseros. En Caseros estuve desde el ’65 hasta el ’70, cuando me jubilé. Caseros me resultó un poco complicada porque cuando llegué tuve que arreglar unas cositas de la contaduría; me costó un mes ponerla en orden. Me llevé las cosas a casa y tuve que ordenar papel por papel hasta que logré tener las cosas prolijas.

CASEROS

Caseros era una estación importante; donde está ahora el estacionamiento de la Municipalidad, había ocho vías para carga y descarga. Se trabajaba una barbaridad. Acá descargaban las firmas Donatti y Uvita los toneles con vino que venían desde Mendoza. De acá salían trenes locales todos los días, desde las cuatro de la mañana, para Retiro y José C. Paz.

Cerca de la estación estaba La Cochera que era donde limpiaban y pernoctaban los vagones. Recuerdo al tren lechero. La leche se cargaba en Castilla, Rivas… esa era la zona lechera. La mayoría de los tarros se descargaban en La Paternal; en Caseros, se descargaban algunos. El vagón donde se transportaban los tarros era muy ventilado, con machimbre y rejas.

En todos lados, el jefe de estación era muy respetado. Estaba a la par del jefe del Correo y el comisario; especialmente, en los pueblos de campo… aunque la gente de campo tiene respeto por todos… es increíble el respeto que tienen. Nací en La Carlota. Mi papá fue jefe de estación.

Yo ingresé en el Ferrocarril Pacífico el 18 de noviembre de 1929. Entré como practicante, en Ia estación El Rastreador. Como practicante, uno hacía de todo sin cobrar sueldo alguno. Así estuve dos o tres años hasta que me nombraron peón.

También fui telegrafista. Siempre me gustó el telégrafo. A mis dieciséis años, empecé a practicar con el manipulador. Fui telegrafista autodidacta. Las comunicaciones telegráficas del ferrocarril eran mejores que las del Correo… Los hilos corrían paralelos a las vías. Los únicos problemas aparecían en la zona de Cuyo, a la noche por la cantidad de loros que dormían en los cables y, al aplastarlos y juntarlos, se producían interferencias.

A mi señora – Catalina Biaroni –  la conocí en Santa Isabel, una estación de Santa Fe adonde me habían asignado como dependiente. Ella, después de que nos casamos, también ingresó al ferrocarril.

GUARDABARRERAS

En O’Higgins, mi esposa y yo éramos guardabarreras. Vivíamos en una casilla de madera junto a las barreras. Ella trabajaba doce horas de día y yo doce horas de noche. Es un trabajo simple pero, a la vez, de cuidado porque está en juego la vida de la gente. Por medio de una campanilla, nos avisaban del paso de un tren; entonces, salíamos a bajar las barreras. Pasaban 40 trenes diarios.

LOS INGLESES

Los puestos de mayor jerarquía del ferrocarril lo ocupaban los ingleses. Eran muy rectos, cumplidores. Algunos eran un poco altaneros, pero la mayoría era gente sencilla. Por Caseros, Santos Lugares y Sáenz Peña había viviendas que eran reservadas para el personal de jerarquía del ferrocarril.

Donde ahora está la Municipalidad, vivía el inspector de Vías y Obras. Los ingleses eran severos con los empleados pero a nadie dejaban sin trabajo; a lo sumo, lo bajaban de categoría. Cuando había que reducir personal, se prorrateaba el trabajo que había… uno cobraba menos pero no se quedaba sin empleo Las jornadas de trabajo eran de doce horas… podía ser de día o de noche. Yo trabajé ocho años en el turno noche… dormía durante el día… estaba más pálido que gallego de tienda.

Teníamos una licencia anual de una semana a la que se iba agregando un día por cada año de antigüedad. El máximo de licencia que se otorgaba era de quince días anuales. Los que trabajaban sin franco semanal tenían quince días de licencia cada seis meses.

Hay que reconocer que cuando el ferrocarril lo manejaban los ingleses todo estaba cuidado, limpio y ordenado. Cuando asumió Perón, la jornada de trabajo se redujo a ocho horas y las vacaciones se alargaron.

El lugar donde más me gustó trabajar fue Chacabuco donde fui jefe de estación. Fue todo un desafío porque era una estación compleja, con 47 empleados para manejar, y quince desvíos donde pasaban trenes para pasajeros, cereales, hacienda…

En Chacabuco, como jefe de estación, le estreché la mano a Perón que andaba de gira con el tren presidencial. Tenía una mano tosca dura, te reventaba la mano con el apretón. Había parado en Chacabuco para saludar a la gente… fue una locura como se juntó la gente.   

Durante mis 40 años en el ferrocarril, fui peón, peón cambista, guardabarreras, dependiente, auxiliar relevante, telegrafista, ayudante general, jefe… trabajé en más de 60 estaciones y si se pudiera sumar, creo que recorrí más de 10.000 kilómetros.

1945. Luis (de impermeable) viaja en un vagón, junto a dos compañeros ferroviarios

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