AÑO 1934. Villa Pineral las calles son intensamente de tierra y predominan las casitas de chapa, las quintas y los hornos de ladrillos. El lugar carece de una institución representativa y los jóvenes tampoco disponen de una cancha apropiada donde patear las pesadas pelotas de tiento.

No sorprende, entonces, que un grupo de muchachos – liderado por Genaro Tescione – se reúna en la esquina de Villarino (actual Lisandro de Ia Torre) y Carlos Tejedor, con el propósito de fundar un club familiar, social y deportivo.
La cita es en el bodegón de don Domingo Pepe, un lugar donde los parroquianos tararean “La Violeta” canzonetta italiana, entonados con un buen vino de bordalesa y saborean la picante picada que les vale como almuerzo y como cena.

Es el frío y ventoso 16 de junio y los asistentes a la reunión son Miguel Campaniello, Rafael Orlando, Miguel Vincelli, Gerardo Picciano, Manuel Araujo, Sacarzo, Alvarez, entre otros, le fueron dando forma a la entidad.

Fue así que el sábado 14 de julio de 1934, en un viejo galpón perteneciente a la suegra de Genaro Tescione – ubicado en la calle Cavassa, entre Tejedor y Angel Pini – nace “El Fortín de Villa Pineral”.
Su nombre surge a raíz de que uno de los fundadores es hincha de Vélez Sarsfield, mientras que el rojiblanco – colores identificatorios de la flamante institución – lo impone un fanático de los diablos de Avellaneda.

¡AY… MI QUINTA!

Está la sede pero falta la cancha. Los “fortinenses” le echan el ojo a la quinta situada en Carlos Tejedor y Brandsen (actual Cavassa) que pertenece a Roque Picciano. Medio de prepo, los mozos cortan el alambrado, levantan la cosecha y ahí mismo inauguran el campo de fútbol que linda con los terrenos sembrados de Alfonso Marquitelli y José Avola.
De noche, los arcos se guardan en la casa del resignado y buenazo de don Roque, quien dejó sus broncas de lado para unirse al grupo fundador de “El Fortín de Villa Pineral”.

Se forma un formidable equipo de cuarta división que consigue varios lauros, integrado por: Félix Pangua, Femia y Tarditti; Olivetto, Nevellino y Picabea; José Muotri, “Pichín” Nicola Muotri, Villa y Donato Orlando.
Los encuentros se juegan con pasión. Lamentablemente, en una oportunidad, esa pasión se desvirtúa y ocurre un hecho sangriento: un inocente transeúnte muere por el balazo originado en la ira de un insensato.
A causa de la tragedia, el equipo abandona el torneo. Pasa el tiempo y la institución traslada sus pertenencias al domicilio de Miguel Campaniello en Ia calle Lisandro de la Torre, entre Catriló y Carhué (frente a la sede actual), donde se realizan, los sábados y domingos, concurridas milongas.

LA CONSOLIDACION

El club ya tiene personería jurídica y se adquiere el terreno donde se levantan las instalaciones definitivas. Entre 1942 y 1949, sus equipos futbolísticos obtienen numerosos trofeos y, entre otras, se destaca la escuadra integrada por Juan Del Bo, Héctor Calógero y Donato Orlando; “Lalo” Bujía, Manuel Araujo y Roque Yannella; Alberto García, Blas Laviano, Carlos Picciano, Juan Ronzano y Antonio Rodríguez.

Ya pisando los ’50, la formación representativa del club la integran Roberto Pepe, Donato Scazzuso y Genaro Tescione (hijo); Ricardo Cervetta, Francisco Laviano y Salvador Tarantini; Antonio Ronzano, Sebastián Román, Hugo Walter Cegna, Raúl Salvador Denis y José Calógero.

La entidad sigue en permanente ascenso. En el ’52, se contrata al popular tanguero Horacio Deval y con su presentación, se logra una recaudacion record de $ 7000 m/n.

En el ’53, el club se engalana con la visita del campeón mundial juvenil de ajedrez – Oscar Panno – quien se enfrenta en “simultáneas” contra treinta “tableros” locales.

En cuanto al básquet, el club es representado por un poderoso quinteto que le brinda grandes satisfacciones, integrado por los tres hermanos Manrique, Gunning y Primitivo, quienes son conducidos por Ia mano maestra del entrenador Nello. Por otro lado, el salón buffet del club se utiliza como aula de una escuela primaria. Entre tantas actividades sociales y deportivas, también tienen cabida el cine y los concursos de tango y rock and roll.

Llegamos a los años ’60; la institución está en auge y se encuentra a la cabeza de todas sus colegas que se hallan diseminadas en Caseros y Ciudadela. Se llevan a cabo innumerables manifestaciones deportivas y bailes familiares. Se adquieren más terrenos donde se levanta un amplio buffet con cancha de bochas.

El club de la calle Lisandro de la Torre 4229 continúa su marcha y aquel sueño concebido en el invierno de 1934, hoy cumple su 87° aniversario.
¡Felicitaciones, Fortín!