Fue un conocido vecino nuestro barrio. Vivía en la calle Hornos, entre Belgrano y Urquiza. Hoy, 4 de agosto, se cumple el décimo aniversario de su fallecimiento, a sus 82 años.

Él ya iba por sus cuarenta abriles cuando se casó con Inés Vega, vecina de la calle Urquiza. Bellotti no quería ceder su soltería a la que defendía con entusiasmo.
“Es que yo vivía con mis viejos, tranqui… y ya me había hecho medio mañero”, nos confesó en cierta oportunidad.

Portaba un currículum parecido al de Isidoro Cañones. A saber : Borussia, Astoria, Defensores de Santos Lugares, Atlanta, Sportivo Buenos Aires, Reviens, Sunset, Sexibon, Piccadilly o los caserinos Unión y República fueron algunos de los salones repiqueteados por sus botines lustrados. Bailó desde foxtrot hasta cumbia con Los Wawancó.
Aunque reconoció que ‘mi época de esplendor fue con el boogie boogie’.

Fachero, labia de vendedor, saco blanco y hasta conductor de un resplandeciente convertible ¡Quién lo paraba a Quique!
El hijo de Eduardo Manuel Bellotti e Irene Clotilde Achino nació el 30 de agosto del ’28, en Andrés Ferreyra, entre Belgrano y Urquiza, el hogar de su infancia. Fue alumno de la escuela 8, de ésos de dedos asiduamente sacudidos por el puntero corrector de la maestra. También se recordaba en un rincón del aula con un bonete, con orejas de burro, ya acostumbrado a su cabeza.

Su paso por el secundario en el colegio Antonio Devoto no quedó grabado en el cuadro de honor: fue invitado a partir por multiplicación de amonestaciones. ‘Tenía la costumbre de subirme a las palmeras‘, reconoció.

Ya declarado su escaso apego a los pupitres, enfiló su adolescencia para el lado del trabajo.
“Mi papá tenía un comercio en la misma casa donde vivíamos que era colchonería, mueblería, venta de electrodomésticos… fue muy conocido en Caseros. Ahí empecé lustrando muebles… goma laca, alcohol, piedra pómez y muñeca, mucha muñeca… de tanto lustrar tenía una fuerza bárbara en el brazo… si habré ganado pulseadas”, alardeó.

Su padre había sido gerente de la ‘Edificadora’ hasta que un cáncer en la garganta lo dejó sin trabajo. Lo operó el conocido doctor Enrique Finocchietto.

“Él le salvo la vida – me pusieron Enrique por el doctor – pero se quedó sin cuerdas vocales , hablaba como ventrículo hasta que tuvo una hernia por el esfuerzo y, entonces, se expresaba con la cavidad bucal…yo estaba acostumbrado a su forma de hablar y lo entendía perfectamente pero a la gente le costaba entenderlo”, detalló Quique.

Cuando se quedó sin trabajo, don Eduardo instaló la colchonería.
“Fue una persona muy emprendedora, inteligente, trabajadora… luchó contra su enfermedad y superó todos los obstáculos. Realmente, fue un ejemplo. Él se encargaba de la parte administrativa del negocio. Yo, además de lustrar, me ocupaba de la venta… vendíamos a treinta cuotas, sin anticipo. Teníamos clientes por todos lados. ¡Si habremos vendido heladeras a hielo!. Con un Ford T hacía el reparto”, memorizó.

EL CLUB REPÚBLICA

Uno de los pasatiempos preferidos de Quique era jugar a la paleta en el República.
“Éramos una barra grandísima que se mataba en la cancha porque jugábamos por la cena o por un trago”, recordó nostálgico.

Muchacho de barrio que a fuerza de vida se llenó de amigos…Hugo Agusti, Pocho Berro, Carlitos Mazzei (mi compañero de fechorías’) , ‘Chingolo’, Soriano…huy, son tantos que hacen falta dos revistas para nombrarlos a todos’, evocó.

CALIFORNIA E INÉS

En los años ’60 – en Urquiza, casi avenida San Martín – había un bar donde la barra se reunía antes de partir a milonguear.
‘En el California nos juntábamos para tomar un café o una Cubana y ahí decidíamos adonde ir a bailar…’.
Al lado del boliche, vivía la atractiva Inés Vega y el rey del boogie boogie, de a poco, fue entregando su celibato.

‘Siempre agradezco la farra que tuve de soltero, fue una época que disfruté mucho’, nos reveló este hombre grandote, de piernas como macetas ( ‘como mi madre… todos los Achino eran de piernas gordas’ ), quien aseguró: ‘Caseros es mi querencia… aquí están mi mujer, mis hijos – Marcela, Gabriela y Pablo – mis nietos… aquí están mis amigos, aunque ya muchos se fueron para siempre… aquí está toda mi vida‘.

Años ’60. (?), Chingolo Conocchiari, Jorge Soriano, Quique Bellotti y el bufetero del club República. Agachado: Juan Botta.