Continúa firme esta historia de amor. Sucede en Cavassa y Nuestra Señora de La Merced.

Cuentan en los alrededores que este romance nació de retoños.

Al principio, apenas rozándose, disimulando, como si apenas estuvieran conociéndose.

Los primeros otoños /inviernos aparentaban, apenas, una mera vecindad.

Pero cada primavera despertaba el fervor entusiasta de la savia y precipitaba la relación. Pudorosos, ellos, intentaban ocultar su romance con la complicidad de las verdes hojas.

En vano. En un cruce tan transitado, poco podían hacer para esconder lo que ya rumoreaba todo el barrio. Es así que cierta tarde quizá de incipiente primavera, los plátanos de esta esquina de Caseros decidieron revelar al viento su amor secreto.

Y es desde entonces que, cada día y a toda hora, sea invierno o verano, muestran que siguen juntos, bien juntitos, hasta que la muerte los separe…

Es posible que los botánicos, los agrónomos o afines, le encuentren una explicación distinta a este romance.

Que me perdonen pero… ¡Qué pueden saber ellos de las cuestiones que suceden en este condado!.