Transcurrieron tres décadas y media desde aquella mañana que Claudia y Pablo Dinatolo – quizás algo cohibidos pero (imaginamos) llenos de ilusiones – levantaron por primera vez la persiana de su fábrica de pastas artesanales.
Es posible que aquel amanecer, el joven matrimonio ignorara que con el tiempo, el local que ocupa la ochava de av. San Martín y Nuestra Señora de La Merced se convertiría en uno de los referentes de Caseros.
Cualquier desprevenido podría señalar que la clave de su trayectoria está relacionada con la bondad de sus productos: ravioles, sorrentinos, ñoquis, fideos, capelettis… la lista es larga (tanta como la fila de fieles clientes que especialmente en domingos y feriados se extiende por la avenida).
Pero tal desprevenido se queda corto: otro de los secretos del emprendimiento es la simpática, amable, correcta atención, tanto de Pablo como de Claudia, a la que se suma la de sus hijas y los empleados de siempre. Y esto, sin dudas, también tiene su valor.
“MUCHAS GRACIAS, VECINOS”
35 años después de aquel amanecer, sorprendimos a los Per Voi y les preguntamos qué deseaban expresar por este nuevo aniversario. Entre otras consideraciones, se inclinaron por manifestar su gran agradecimiento “por el permanente afecto y amistad recibidos de la gente de Caseros”.