Científico alemán explica por qué la pandemia ha “envejecido” a las personas de manera acelerada: las canas y arrugas comenzaron a aparecer en las personas a una velocidad mayor, señala Markus Wettstein, catedrático universitario quien lidera un departamento de investigación sobre el envejecimiento psicológico.

“Enfrentamos uno de los procesos más acelerados de envejecimiento global del que tenemos memoria en la era contemporánea”, advierte en una nota publicada en Infobae.

También detalla lo siguiente:

  • Las canas y arrugas empezaron a aparecer de forma más veloz de lo que habíamos observado antes.
  • Esto es al menos lo que expresan nuestras encuestas. (…) Así como los especialistas en infancia advierten sobre los retrasos madurativos en diferentes gamas de crecimiento de los niños, los especialistas en gerontología nos sorprendemos con la aceleración de los procesos de decadencia.
  • Cómo nos vemos a nosotros mismos, habla mucho de la manera en que envejecemos. En su estudio se evaluaron cambios desde tres aristas de la autopercepción del envejecimiento: percepciones de pérdidas físicas, pérdidas sociales y desarrollo continuo.
  • Nunca antes el ser humano se había observado tanto. Ello hace que notemos y registremos los cambios que en los tiempos acelerados de prepandemia no percibíamos.
  • El aislamiento social, el estrés traumático y postraumático, dolores personales y comunitarios y la pérdida de proyectos ha generado el envejecimiento acelerado.
  • Todo comienza con el estrés. Cuestiones como el nivel socioeconómico, los otros tipos de dificultades que se enfrentan además de la pandemia, la formación, la red social, los servicios de salud, los mensajes de los gobiernos, todas son variables que impactan en el modo y cantidad de cortisol que libera un sujeto. Esa es la hormona del estrés.
  • Las personas en pandemia registraron (retrocesos) en sus cabellos, piel, flexibilidad y fortaleza muscular, además de en situaciones cognitivas básicas.

Esto sucede justo cuando en tiempos prepandémicos “los adultos que empezaban a retirarse, o incluso siguiendo con sus actividades profesionales, pero ya liberados de hijos o de las preocupaciones económicas de la juventud, empezaron a retomar los caminos que habían abandonado, pero que eran muy deseados. Nunca como en estos tiempos habíamos visto adultos involucrados en nuevos proyectos, estudiando de nuevo, alcanzando nuevos grados académicos, preocupados por su salud alimentaria y física, involucrados en tecnología o seducidos por iniciar nuevos vínculos personales. Pero, el coronavirus llegó para voltear cada clava del bowling personal”.