Esta fotografía corresponde a una mañana de hace más de dos décadas en la calle De Tata, entre Rauch y Perdiguero.
Ya eran tiempos en que celus, compus y afines insinuaban reemplazar los clásicos juegos infantiles y nos sorprendió encontrarnos a estos chicos deslizándose entre troncos y hojas.
Ignoramos que fue de la vida de estos pibes a los que hoy suponemos jóvenes, seguramente tecnológicos. Pero imaginamos que en algún rinconcito de su corazón recordarán con cariño esas mañanas de plátanos, con la compañía de pájaros y voces de amigos en vivo y en directo.
En especial, aquellos momentos se valoran mucho más cuando se naturalizó que los pequeños de hoy transiten su infancia abducidos por sonidos e imágenes fluorescentes.
Y también se valoran aquellos plátanos/paraísos que perdemos sin cesar, árboles generosos en oxígeno, frescura y, por supuesto, la posibilidad de treparlos e ingresar al fenomenal momento de jugar e imaginar mil aventuras.