Fue el lunes 6 de marzo de 1967 cuando “tres mujeres docentes, enamoradas de la educación, tuvieron un sueño: fundar una escuela, un lugar donde construir su propio Proyecto Educativo y moldear a ese ‘Hombre nuevo’ que necesitaba la sociedad”.

Con estas palabras (pronunciadas en 2017, cuando se conmemoró el medio siglo de trayectoria del ICN) se describió el espíritu que impulsó al establecimiento educativo ubicado en la calle Olavarría, entre Mitre y Esteban Merlo.

Las docentes aludidas – María Emilia Carranza y las hermanas María Begonia y María Jacinta Barrondo – al momento de elegir  el nombre del instituto coincidieron en que debía recordar al de una “figura que fuera modelo de valores para esos niños y adolescentes… y ahí apareció la figura de Ceferino Namuncurá, el Lirio de la Patagonia, un niño mapuche, hijo del cacique Manuel Namuncurá y una cautiva blanca, Rosario Burgo”, se detalló.

“Ceferino, desde muy pequeño, mostró virtudes muy elevadas a través de sus actos, siempre solidarizándose con su pueblo, ayudándolo a crecer y a vivir en condiciones más humanas. Desde entonces, Ceferino es nuestro modelo de niño y de joven”.

Más adelante, se recordó que “con el amor, la fuerza, el trabajo y la lucha de estas tres amigas” nació el instituto que desde sus inicios, funcionó con tres niveles de enseñanza: inicial, primario y secundario.

NUEVAS DIRECTIVAS

En 1997, las fundadoras decidieron retirarse y la trayectoria del ICE fue continuada por las docentes Virginia Luppino, Marisa Marchese y Norma López.

También, durante el acto conmemorativo por el 50° aniversario, se subrayó que la trayectoria del ICN continuó consolidándose y se destacó “el apoyo permanente de todo el personal que cumplía y cumple tareas en la institución: docentes, personal de maestranza,  responsables del buffet… todos, sin excepción, desde su rol, estuvieron y están al servicio de los alumnos, contribuyendo a su formación con la palabra, el ejemplo, el respeto y el afecto”.

En especial, se resaltó lo esencial de que cientos de familias confiaran sus hijos a “esta pequeña gran escuela caserina sabiendo que van a encontrar no sólo a docentes que les brindan conocimientos sino que, fundamentalmente, los cuidan, los protegen, los ayudan a aprender, a relacionarse armónicamente con sus pares y con los adultos y los forman para insertarse en la vida con herramientas adecuadas a los tiempos que se viven y con valores éticos que van a guiar su posicionamiento dentro del contexto social en el que deban desempeñarse”.

ABANDERADOS DE LA VIDA

Además, se entregó una serie de reconocimientos a personal y colaboradores del ICF y también, se homenajeó con la mención “Abanderados de la vida”, a vecinos – ligados a la trayectoria del  establecimiento – destacados por su “ejemplo de resiliencia”: Ada Acerbi, Delia Cadelago Passicoti, Digna María de la Luz Vidal, Irma Savio, Maximiliano ‘Machi’ Abiuso, Mónica Mercado, Martín García, Martín Gómez y Norma Soriano.

Ya transcurrieron 55 años de aquel lunes casi otoñal, cuando el querido Cefe (así le dicen quienes transitaron sus aulas) abrió sus puertas por primera vez.

Más de medio siglo después, esas mismas puertas continúan abriéndose, encaprichadas en formar alumnos imbuidos de los valores que alguna vez mostró aquel niño patagónico y que tanto entusiasmaron a María Emilia, María Begonia y María Jacinta.