Enérgica, activa, incansable, así era Nelly. Y también (o sobre todo) generosa, afectuosa, sumamente solidaria.
Alguna vez, refiriéndose a algún achaque, nos confió riéndose: “A veces me duele la cabeza, la espalda o lo que fuera pero enseguida se me pasa porque recuerdo que tengo alguna tarea que cumplir”.
Nélida Magarí Giannini (“Todos me conocen por Nelly Perachino”), falleció el sábado 3 de abril, a sus 90 años. Fue toda una institución de Caseros. Una institución muy querida.
Transcurrió su infancia y adolescencia en Sancti Espíritu, pueblo del sur santafesino, a medio camino entre Rufino y Venado Tuerto.
Apenas recibida como maestra, dictó clases en una escuela rural.
MAESTRA RURAL
“Era una maestrita muy jovencita… en ese tiempo, vivía en la estancia ‘Rancho Grande’. Mis alumnos me pasaban a buscar en sulki para llevarme a la escuela. A una misma aula concurrían alumnos de tres o cuatro grados distintos y tenía que dividir el pizarrón para poder enseñarles a todos juntos. Algunos alumnos eran repetidores y casi tenían la misma edad que yo… pero igualmente me respetaban muchísimo”, detalló.
Nelly enfatizaba que esa “época me marcó mucho… me sirvió de base para la vida; con la gente de campo aprendí lo importante que es brindarse, lo importante que es el respeto y tratar a todos por igual”. En Sancti Espíritu, la joven docente se enamoró de Juan Perachino, uno de los socios de la sucursal de la tienda Blanco & Negro.
“Nos casamos en el ’50, Juancito fue mi primer y único novio”.
En el pueblo santafesino nacieron sus hijos: Susana y Horacio. Decidieron emigrar cuando su hija debía iniciar el secundario. “Tener un hijo adolescente en un pueblo es casi como perderlo porque tiene que hacer el secundario en otro lado y luego los estudios universitarios en Córdoba o Buenos Aires”. La familia decidió radicarse en Caseros porque tenía familiares en estos alrededores.
MAESTRA EN EL BARRIO EVITA
En el ’64, Tienda Perachino nació tímidamente en Sabattini y avenida San Martín. En tanto, Nelly se convertía en la nueva maestra de la escuela N° 47, en Perú y Guaminí, en Barrio Evita, Caseros. “Esa escuela era bárbara, tenía un edificio hermoso… el barrio era sencillo pero muy grato…tengo muy lindos recuerdos de esa escuela donde trabajé hasta jubilarme”.
Al margen de su labor docente y de ama de casa, Nelly acompañaba a su esposo en la atención de la pujante Tienda Perachino, emprendimiento comercial que rápidamente se consolidó en nuestro barrio.
“Encaramos el negocio con el criterio de la gente de campo: tratar a todos por igual, atender muy bien y que no todo sea un trueque de mercadería por plata… existe una confianza y un servicio como en los negocios del interior… tenemos clientes de años”, subrayó Nelly.
Con respecto a sus empleados, agregó con orgullo: “Hay gente que tiene décadas trabajando con nosotros… somos como una gran familia”.
Su querido esposo Juan fallecido en 1997, fue un activo integrante de la Asociación Fomento de Caseros, del Centro Comercial de av. San Martín y del Rotary Club Caseros. “Siempre lo acompañé en todo porque considero que trabajar en las instituciones es por el bien del barrio. Y, siempre, de una manera u otra, dijo ¡presente! ante alguien que necesitaba ayuda”.
Nelly integró la Rueda Femenina del Rotary Club Caseros, entidad donde entre otras tareas, a través del BREO (Banco Rotario de Elementos Ortopédicos) gestionó el préstamo de numerosos elementos ortopédicos a personas carenciadas. También, entre otros numerosos compromisos con la comunidad, integró la Asociación Caseros Centenaria, la Asociación de Docentes Jubilados de Tres de Febrero y, además, colaboró con el Hospital Posadas.
Solía repetir que se sentía muy querida en Caseros… “la docencia y el mostrador a una la hacen conocida”, afirmaba. Nelly pudo superar el fallecimiento de su esposo gracias a su temperamento y al cariño de los suyos: sus hijos, sus nietos Marinó, Julián, Natalia, Alejandro y Sebastián.
“A todos ellos y a mis demás familiares, a mis amigos, nunca voy a poder agradecerles lo suficiente”, nos dijo alguna vez y seguramente lo palpitaba cada día…
En sus últimos días, Nelly estaba internada en una clínica, bajo el cuidado amoroso y permanente de su hijo Horacio, quien es médico.
Susana, su hija, cuando nos avisó sobre su fallecimiento, señaló: “Mami ha partido. Se fue tranquila. Si alguien ha cumplido su misión de Vida, fue ella, sin dudas. No se fue de nosotros porque la llevamos en nuestra genética y siempre la llevaremos en nuestro corazón. Ése, ahora, será su Hogar. Dejó huella”.