Fue en la mañana del domingo 2 de mayo del año pasado cuando, a sus 85 otoños, falleció Arturo Pietrantonio, muy conocido como “Palito”. Tenía a su cargo, junto a sus hijos, desde hace décadas, el puesto de venta de diarios y revistas de Urquiza y Andrés Ferreyra.
Transcurrió su infancia en Álzaga y Belgrano – junto a sus padres italianos y sus cuatro hermanos – y fue alumno de la Escuela 45. A sus once años, ya saltaba de tranvía a tranvía (líneas 35, 53 y 86) voceando los diarios ‘El Mundo’, ‘El Laborista’ y ‘El Líder’.
También fue canillita para los hermanos Vega y los Berro. Alguna vez nos contó que el apodo ‘Palito’ se le pegó para siempre cuando integró el equipo Triqui Traque donde se desempeñó como wing derecho veloz. «Yo era muy flaquito y rápido», se recordaba Palito, quien hizo la conscripción en la Policía y fue empleado fugaz de la Unión Telefónica (UT).
«Trabajaba de noche en la UT que estaba en Villa del Parque y, cuando volvía, bajaba del tren y me quedaba mirando las revistas del puesto que Hilario Santana tenía en la estación, sobre la calle Valentín Gómez. Hilario había sido jugador del Jota Jota y creo que de Platense; también, fue capataz de la VICRI. Un día me dijo: ‘¿Pibe por qué no me ayudás en el reparto?’. Me gustó hacerlo porque yo quería estar en la calle y no en una oficina. Después, Hilario se ofreció a venderme el reparto. Le dije que no tenía un mango porque en ese entonces, lo que uno ganaba iba íntegramente a la familia… antes era así… me insistió y me dijo que se lo podía pagar en cuotas. Se lo conté a mi finado padre y el agarró y le pidió plata a un carnicero amigo», señaló Palito.
En 1955, se hizo cargo de su propio emprendimiento.
«El tema del reparto era bravo. Cada uno defendía la zona a las piñas. Yo recorría gran parte de Villa Mathieu. El asfalto terminaba en Álzaga y después había que meterse con la bicicleta en el barro y los zanjones. Llevaba una varilla para, cada tanto, quitarle el barro que se pegaba en las horquillas de las ruedas. Yo conseguí unas botas de goma, de la Municipalidad, que eran bien altas«, contó.
También, recordó que conoció al diputado Alfredo Longo e integró aquellas caravanas de vecinos que viajaban, en colectivos y camiones, hasta La Plata para reclamar la Autonomía de nuestro distrito.
Fue tanguero hasta la médula y, además, fanático de los rojos y del Jota Jota.
En el ’61, Palito – quien residía en la calle Álzaga, entre Belgrano y Moreno – inauguró su puesto fijo de venta de diarios y revistas en la esquina mencionada, al que atendió acompañado por sus hijos Fabián y Ricardo, y también, el reparto que le permitió conocer a muchísimos vecinos de este Caseros, barrio al que tanto amaba.