Los memoriosos seguramente recuerdan este predio que se extendía desde la calle Hornos hasta casi Ciudad Jardín. El lugar perteneció a los Vescina y doña Antonia (la viuda) fue muy conocida en el Caseros de antaño.

María Rosa Vescina –  bisnieta de doña Antonia – alguna vez nos contó la siguiente historia relacionada con el lugar y sus moradores:

  • Allá por 1846, llegó a estas tierras don Giuseppe Vescina, en plena época del gobierno de Rosas. Giuseppe se casó con una de las niñas Cafferata y se dedicó a trabajar como quintero para abastecer a la creciente ciudad de Buenos Aires.
  • Uno de los hijos del matrimonio fue mi bisabuelo, Lázaro Vescina, quien se casó con doña Antonia. El bisabuelo fue, junto con otros quinteros de la zona, fundador del Mercado de Abasto, hoy conocido shopping. También, Lázaro fue directivo de la Sociedad de Socorros Mutuos La Honradez” (hoy, cine Paramount).
  • Al morir el bisabuelo, en su casa, víctima de una neumonía, la bisabuela Antonia siguió adelante con la quinta, conocida a partir de ahí como “La Quinta de la Viuda”.

LOS PRIMEROS CORTES, PARA EL MERCADO; EL RESTO, PARA LA GENTE HUMILDE

  • Según me contó una de mis tías, ella había dado la orden de que los dos primeros cortes de la verdura fueran para el mercado y los siguientes, hasta el final de la vida útil de la planta, para los vecinos.
  • Eran tiempos difíciles, de hambrunas y la bisabuela, consciente de ello, siempre ayudó a sus vecinos. Contaba mi tía que cuando falleció la bisabuela, el cortejo salió de la casa en el típico carruaje negro, tirado por los caballos negros, con crespones negros, y a lo largo del alambrado de la quinta, el pueblo le rindió homenaje respetuoso por todo lo que ayudó en los tiempos difíciles. Todavía hoy, algún memorioso podrá decir que comió de la quinta de la viuda.
  • Estos valores se transmitieron de generación en generación en mi familia. Mi abuelo, Manuel Francisco, hijo de Lázaro y Antonia, dejó la escuela en tercer grado para trabajar a la par de su madre.
  • En 1924, cortejó a la joven Catalina Pessino, con quien se casó y tuvo diez hijos: María Antonia, Lázaro (que fallece pequeñito), Alberto Lázaro (mi papá), Dora, Oscar, Amelia, Jorge, Juan Manuel, Delia y Rosa.
  • Estos luchadores eran gente de bien y para sellar un pacto les bastaba con la palabra y un apretón de manos. No necesitaban documentos firmados. El tiempo fue pasando y leguleyos oportunistas se quedaron con las tierras que casi todos tenían “en el campo”; hoy pujantes ciudades hasta la zona de Escobar… pero eso forma parte de otras historias.

NdeR: La fotografía que ilustra esta nota fue tomada, en los años ’20 del siglo pasado, en los terrenos de doña Antonia viuda de Vescina (es la señora mayor que se observa en el medio de la imagen), ubicados muy cerca de uno de los límites del predio que hoy pertenecen a la empresa automotriz.