Quien conoció a Claudio “El Leche” Franchelli sabía cómo era.

Aquél que no, aquél que lo conoció de forma circunstancial, tal vez lo describa como un tipo introvertido, monosilábico, quizá hasta algo hosco.

“Era un poco mal llevado” lo describe alguien que lo quiso mucho. “Pero quien lo conocía, lo quería”, advierte.

La estampa no lo ayudaba: robusto, morochón, cara de pocos amigos.

Fue alumno del ICEA y de la escuela “El Rancho” (Lisandro de la Torre y Urquiza).

Vivía en una casa holgada de la calle Fray Justo S. M. de Oro, entre Curapaligue y pasaje San Francisco, en este Caseros que lo contuvo desde su nacimiento.

En un tiempo, cuando el hogar se completaba junto sus padres – Marziano y doña Rosa – y sus dos hermanas – Marcela y Lorena –  en el patio, aturdían los jilgueros, cardenales, canarios, zorzales…

A Claudio mucho le gustaba conducir y durante un tiempo prestó servicio como camionero.

Don Marziano, su padre, recordamos, fue un destacado diariero de nuestro barrio; antes había trabajado como lechero a domicilio.

A fines de los ´90, un infarto puso en peligro su vida y Claudio bajó definitivamente del camión para ayudar a su padre. Tomó parte del reparto y, como yapa, heredó el apodo: “El Leche”.

Tanto a él como a don Marziano se los veía en bicicleta cumpliendo cada día con el ahora repartido reparto de diarios y revistas. Cuando éste falleció, fue Claudio quien se encargó de cubrir el itinerario completo, de lunes a lunes.

Sus momentos libres, Claudio los dedicaba a simpatizar por Boca y el Pincha caserino. En un tiempo, ejerció como técnico infantil de la entidad Fray L. Beltrán, cercana a su domicilio. Le gustaba mucho pescar, poco leer, sí ver televisión y en los últimos tiempos, tomó como hobby armar maquetas ferroviarias.

Junto a su amigo Marcelo Manduca, impulsó la colocación de un icónico y fileteado puesto de venta de diarios en el jardín del Edificio Municipal. En ese escaparate, están grabados los nombres de los canillitas de Caseros.

Claudio sentía adoración por su madre (foto). Cuando falleció doña Rosa, antes de la pandemia, ingresó en una depresión de la que no pudo emerger.

Es Manduca uno de quienes nos cuentan sobre lo confiable y leal que era Claudio. Presto para las gauchadas. También: un calentón rápido para engranarse y, justamente por eso, blanco fácil de bromas.

“Era un mal llevado pero todos los queríamos”, amplía y repite Lorena, su hermana y compañera ineludible para bailar rock en las fiestas familiares.

Claudio Fabián Franchelli falleció el martes 1 de noviembre, víctima de un cáncer. Tenía 58 años.