“Entrá – me invitó – ¿querías entrevistarme?”.

“Bueno… si tenés un poco de tiempo para mí”.

“Mi tiempo es la eternidad y tengo tiempo para todo”, me sonrió Dios y agregó: “¿Qué me querés preguntar?”.

¿Qué es lo que más te sorprende de los humanos?.

Que sea aburrido para ellos ser niños y tengan prisa por crecer… entonces, quieren volver a ser niños. Que pierden su salud para ganar dinero y luego, pierden su dinero para recuperar la salud. Piensan constantemente, preocupados, por su futuro y olvidan el presente…así no viven ni en el presente ni en el futuro. Viven como si nunca fueran a morir y mueren como si nunca hubieran estado vivos.

Dios tomó mis manos entre las suyas y nos sentamos en silencio un rato; luego, pregunté: “¿Cuáles son las lecciones que te gustaría que ellos aprendieran?“…

Dios respondió con una sonrisa:

  • Que aprendan que las cosas que son queridas en la vida no son las cosas que nos pertenecen, sino las personas que amamos.
  • Que aprendan que no es bueno compararnos con los demás. Cada uno será evaluado en función de su valor y no comparado con algún grupo.
  • Que aprendan que sólo se necesitan unos minutos para herir a una persona amada, y que se necesitan muchos años para curar esas heridas.
  • Que aprendan a perdonar practicando el perdón.
  • Que aprendan que hay personas que les quieren mucho, pero que no saben expresar sus sentimientos.
  • Que aprendan que el dinero puede comprar todo menos la alegría.
  • Que aprendan que dos personas pueden mirar la misma cosa y verla de forma diferente, con otro propósito.
  • Que aprendan que un verdadero amigo es el que lo sabe todo sobre ellos y sigue queriéndolos como son.
  • Que aprendan que no siempre basta con ganarse el perdón de los demás, pero que es importante.

Me quedé sentado un buen rato y disfruté de la experiencia. Le agradecí su tiempo y todo lo que hizo por mí. Me respondió: “Bienvenido, estoy aquí, siempre. Todo lo que necesitas es preguntar, yo te responderé”.

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