Hoy se cumple el 10º aniversario de su partida. Vecina de la calle Lisandro de la Torre, entre Belgrano y Urquiza, conocer su historia de vida es encontrarse con un tiempo de Villa Alianza, barrio que postulaba una forma de vida sencilla, amable, a escala humana. Había nacido el 1 de abril de 1917, tuvo tres hermanos y tres hijos. Alguna vez nos contó lo siguiente:

  • El primer colectivo que conocí fue uno de la línea 4 (ahora 304) que iba desde av. San Martín y V. Gómez hasta San Martín. Cuando salió por primera vez, fue un suceso. Todos los chicos de Villa Alianza fuimos a verlo… ¡El colectivo! , ¡El colectivo! Era un solo coche que iba hasta San Martín y volvía.
  • Mi papá (Baldomero Vega) trabajó en los Talleres Alianza hasta que se jubiló; el horario era de seis a doce y de una a cinco de la tarde. Iba y venía con el Tren Obrero. Para trabajar usaba una chaqueta y un pantalón azul que compraba en ‘lo de Centavín’.
  • Papá y mamá eran asturianos. A mamá le gustaba ponerse frente al espejo y bailar la jota. A papá se le daba por cantar con sus paisanos. Ese gusto por lo español lo había heredado mi hermano Alfonso.
  • Nosotros vivíamos, desde el año ’21, en la calle Roma entre Belgrano y Urquiza. Había un zanjón que Dios me libre. Era una casa grande, con muchas habitaciones. Incluso algunas piezas se alquilaban y se compartía el baño. La casa tenía terrenos en donde sembrábamos de todo, no conocíamos lo que significaba ir a una verdulería. La mayoría de las casas tenía su quintita propia… aunque, en realidad, había muy pocas casas.
  • El pan lo traía mi hermano Pepe que trabajaba en ‘La Italo’. La leche recién ordeñada la traía un paisano, amigo de papá, que tenía vacas; la carne se la comprábamos a una mujer que la repartía en carro. Para las cosas de almacén, íbamos a lo de los Echarte, en Belgrano y Roma.
  • El sueldo de mi papá en el ferrocarril no era mucho. Pero tampoco había muchos gastos porque nos arreglábamos con poco y siempre tratábamos de ahorrar.
  • Con Alfonso y Pepe , mis hermanos, fui a la escuela ‘William Morris’, en Palermo. Viajábamos gratis, en el tren, con un pase que le daban a papá. La escuela daba dos trajes por año a los varones y a la chicas, dos vestidos y un par de zapatos.
  • A Pepe, la escuela no le gustaba. Cuando podía se hacia la ‘rabona’ y se iba a hacer changas a una feria de Devoto. Una vez, el maestro mandó, por medio de un compañero que vivía cerca de casa, una carta a mamá (María de las Mercedes Alvarez). Entre Alfonso y yo la interceptamos. Pero, después, el maestro la mandó por correo y ya no lo pudimos ayudar… ¡La qué se armó! Lo que le gustaba a Pepe era el trabajo y apenas si llegó a quinto grado. Dejó de trabajar en ‘La Italo’ cuando un tal Liberato le regaló un reparto de diarios y así empezó como diariero. Fue un hombre muy, pero muy trabajador, muy dedicado a su familia. Con el tiempo Alfonso siguió sus pasos y también fue un diariero muy querido en Caseros.
  • El día en que papá compró la primera radio fue todo un suceso. La venían a escuchar los vecinos. Era alta como una cómoda. Las fabricaba un vecino – don Berdinelli – que vivía en Roma y Belgrano.
  • Los chicos nos entreteníamos con poco: íbamos a dar una vuelta manzana o íbamos a jugar a lo de la familia Cantero (Suiza y Belgrano) que tenía una hamaca. Otra ‘diversión’ era ir hasta ‘El Cortijo’ ( Belgrano, entre México y España), una mansión hermosa, para mirar desde la vereda como los Luque (los propietarios de la casona) tomaban el té en el jardín.
  • Aprendí corte y confección con Leonor Díaz, una profesora de Villa Lucchetti.
  • Con mi esposo estuvimos seis años de novios, mis padres nos dejaban salir bajo dos condiciones: volver temprano y salir siempre acompañados por mi hermanita Isabel o por mi cuñadita. Así eran las costumbres. Mi marido también fue ferroviario, pero de la línea Belgrano.
  • A bailar íbamos a la Sarmiento, al República, a la pérgola del Jota Jota, al Alianza… éramos una barra con los Gándola, los Mattiacio, los Parra, Dante Spinetta, los Gorgolizzo
  • Durante los corsos, competían las comparsas; había una pica bárbara con los del Barrio Chino… esos sí que eran bravos.
  • A Villa Alianza le decían Villa Barullo… pero era un barrio tranquilo donde nos conocíamos todos. En casa, jamás cerrábamos la puerta.
  • Los médicos más conocidos en Caseros eran De Tata, Rebizzo y Appollonio. El doctor Apollonio tenía una casa hermosa donde ahora está el Edificio Torre.
  • Todos me conocen por la abuela Sara pero mi verdadero nombre es Felicidad María. La historia es así: mamá quería llamarme Sara pero mi papá quería llamarme Felicidad. Como fue él quien me anotó en el Registro lo hizo a su gusto. Pero mamá dijo: ‘Para mí, se llama Sara’ y así me llama desde siempre. Yo siempre dije que para darle el gusto a mamá, cuando tuviera una hija la iba a llamar Sara. Y así fue.
  • Cuando mi hija Sarita Alvarez inauguró el Jardín de Infantes Ratón Miguel, yo ayudaba haciéndole el té a las maestras, cambiando a los chicos… entonces me empezaron a llamar abuela Sara. Y así me llaman todos los chicos que pasaron por el jardín; incluso, algunos que hoy son padres de familia. Voy por la calle y me saludan: ¡Chau, abuela Sara!.

FELICIDAD MARÍA VEGA – la querida abuela Sara – falleció el 11 de abril de 2013, a sus 96 años.