La Sociedad de Fomento de Villa Mathieu (SFVM) nació en la otoñal mañana del domingo 8 de mayo de 1938.

A las diez, 31 vecinos – reunidos en la calle Chascomús (actual Esteban Merlo), entre Leonismo Argentino y Scalabrini Ortiz – dejaron integrada la comisión directiva de la entidad: Victoriano Gómez, presidente; Juan Laviero, vicepresidente; Alfonso M. Castagno, secretario; José Fraga, prosecretario; Egisto Porverari, tesorero; Leonardo Di Lalla, protesorero; Apóstole BabuínAlejandro CiriglianoJoaquín PereyraAlejandro Palla y José Vincelli, vocales.

Como revisores de Cuenta fueron designados Antonio Guiliano y Juan Pereza.

En el estatuto de la entidad se lee que el objetivo principal de la misma será ‘propender por todos los medios lícitos a su alcance al adelanto general de la población tanto en orden edilicio como moral, social e intelectual’.

También, acordaron que el valor de la cuota societaria sería de 50 centavos y que el jueves siguiente se realizaría una reunión para designar al cobrador y para tratar temas varios.
A las doce y diez se dio por concluida la convocatoria y los 31 vecinos regresaron a sus hogares, seguramente con la íntima convicción de que habían dado un primer paso en la solución de los problemas que tanto aquejaban a esta villa caserina.

EL BARRIO OLVIDADO

En aquel año ’38, Caseros era un barrio casi olvidado por las autoridades comunales de Gral. San Martin, distrito al que pertenecía. Uno de los padecimientos mayores que afligían a los vecinos era la carencia de veredas para sortear, especialmente en los días de lluvia, los numerosos inconvenientes generados por los zanjones, barriales y calles de tierras.

Por tal motivo, la gente de la SFVM le solicitó a las autoridades ferroviarias un vagón de carbonilla para ser utilizado en el afirmado de las ‘veredas’. En realidad, esta fue apenas una de las numerosas solicitudes porque también generaban conflictos la recolección de basura, las calles sin pavimentar, la poca limpieza e iluminación, la carencia de buzones.

Preocupaba, además, el mantenimiento de los espacios verdes, los animales sueltos y los problemas causados por los numerosos partidos de futbol que se realizaban en el terreno destinado a la plaza de Villa Mathieu. Para este terreno también se pedía que se lo rellenara dado que ante cada lluvia se convertía en una suerte de laguna.

Se le requería, también, a las líneas de colectivos que extendieran su recorrido hasta el corazón de Villa Mathieu para beneficiar a los vecinos e, incluso, se le pidió al ferrocarril que construyera un apeadero a la altura de la calle Loubet (hoy: Spandonari).

También se pidió colaboración al Ministerio de Agricultura para forestar las calles. Por entonces, las entidades fomentistas desempeñaban un rol importante en la comunidad y actuaban como enlace fundamental entre el municipio y las necesidades vecinales. Las instituciones recogían todas las inquietudes de la comunidad cercana y trabajaban para satisfacerlas.

Si no podían solucionar los conflictos con los medios a su alcance, acudían a la comuna aunque en el caso de la SFVM una queja se repetía: ‘El municipio de San Martín no atiende nuestros reclamos’.

El 31 de mayo de 1942, la SFVM – que hasta entonces funcionaba en distintos locales – ocupó su propia sede ubicada en la esquina de Belgrano y el actual pasaje Quintás. Los memoriosos recuerdan que aquella construcción estaba conformada por dos locales precarios levantados con más ganas que medios. Pasaría mucho tiempo hasta convertirse en el edificio actual.

Más allá de su lucha para mejorar los servicios de infraestructura, la entidad también alentó actividades culturales y educativas en su zona de influencia. Sus autoridades colaboraron generosamente para el progreso y consolidación de la Escuela N° 21 (actual N° 7, ubicada en Spandonari y Parodi); por otro lado, la entidad fomentista fue, en 1952, sede de la Escuela N° 77 (actual N° 9, ubicada en la calle Moreno, entre Iribarren y Leonismo Argentino).

Así encontramos a una SFVP plena, emprendedora, cumpliendo una acentuada prestación social en beneficio del vecindario. Con el tiempo, las actividades de la entidad se fueron adaptando a las nuevas necesidades: se trabajó en pro del pavimento y del tendido para las redes del agua potable y cloacas.

La SFVM también se transformó en sede del Jardín de Infantes Municipal ‘Ardillitas’ y punto de encuentro para el centro de jubilados ‘Amigos de Villa Mathieu’.

El crítico presente, la pandemia y otras cuestiones relacionadas con la forma de vivir actual, apagan el hoy de la otrora vital entidad de Villa Mathieu… aunque, de alguna manera, su historia continúa, organizando una serie de actividades.
De todas formas, la trayectoria institucional muestra que se cumplió con holgura la tarea prometida por aquellos 31 caserinos en aquella mañana otoñal.

Algunos de los datos mencionados en esta nota corresponden a una historia de la entidad escrita por Martín Asselborn