Sucedió el sábado 11 de junio de 1988: treinta fresnos fueron plantados en la calle Urquiza, entre Magdalena y Olavarría.

¿Quiénes habían donado los árboles? La por entonces muy activa Unión de Comerciantes de la calle 3 de Febrero (UC3F).

¿Quiénes realizaron los pozos para plantarlos? Una cuadrilla municipal.

¿Quiénes los plantaron? Los jóvenes de la Agrupación Scout Sargento Cabral.

¿Quiénes se ocuparon de reparar la vereda? La gente del Rotary Club Caseros Sur.

Hasta aquí la mera crónica de lo que sucedió aquel día; sin embargo, conviene recordar una pequeña historia sobre esta pequeña historia.

En 1987, había sido talada una serie de árboles de la calle Urquiza. Y sólo la intervención oportuna de Silvia Rizzo, Fabio Stafollani, Antonio Gillari – vecinos de Caseros-  impidió que muchos más árboles corrieran la misma suerte. Estos vecinos, además, se ocuparon para que cada ejemplar extraído fuera reemplazado. ¿Qué hicieron? Recurrieron a las instituciones mencionadas para concretar su objetivo.

La respuesta de estas entidades indica que se reconoció la importancia de los árboles en beneficio de la comunidad.

Fue así que Caseros tuvo treinta nuevos fresnos.

En realidad, son pocos, si se reparara en todos los que harían falta para ser una ciudad sanamente arbolada.

Pero hubieran sido suficientes si hubiesen logrado despertar la conciencia de respetar y proteger a una de las expresiones más cabales de la naturaleza: el árbol.

Lamentablemente, aquella iniciativa que hoy cumple 35 años, fracasó.

En Caseros, cada vez, hay menos árboles… incluso, quedaron pocos (foto) de aquéllos que fueron plantados el sábado 11 de junio de 1988.