No se equivocó cuando eligió ser pediatra. Más allá de su reconocida sapiencia profesional, el destino le otorgó el don especial de transmitir serenidad; en especial, a los padres primerizos.

“Tranquilos, que si ustedes están tranquilos, el nene va a estar mejor”, casi susurraba con voz contenedora.

Su consultorio de la calle Pensamientos (Ciudad Jardín) era una larga espera. Éramos muchos los que llevábamos a nuestros pequeños para ser atendidos. Él se tomaba el tiempo que fuera necesario para responder a todas las inquietudes. Preguntaba, sugería, aconsejaba.

Anteponía el sol, la vida al aire libre, la calma familiar a las recetas farmacéuticas.

Su agenda siempre ocupada (también hacía visitas a domicilio), no le impedía mantenerse actualizado con los adelantos de la profesión a los que enmarcaba dentro de un enfoque integral,  humanista, para que cada niño desarrollara sus latentes fuerzas curativas.

Ejerció durante décadas; en su juventud, en el sur argentino.

Atendió a niños que cuando fueron abuelos, les confiaron a sus nietos.

Fue miembro vitalicio de la Sociedad Argentina de Pediatría.

Su sonrisa fácil, su figura menuda, su hablar suave fueron algunas de las características de su personalidad afable, buenaza..

Falleció a sus 91 años, el domingo 3 de agosto de 2008; hoy se cumple el 15º aniversario.

¡Muchas gracias por tanto, querido doctor!