El primer Francisco llegó de Italia; el segundo vivió en  Tigre y el tercero fue un reconocido vecino de estos pagos. Los tres compartieron tanto nombre como apellido. Triple igualdad derivada de ejercer como abuelo, padre e hijo. Sólo que a este último lo apodaron “Pibe” para que no acudieran de a tres cuando preguntaban por Francisco.

Nuestro Francisco Cucarese fatigó su infancia en los alrededores de Villa Mathieu.
“Había una laguna – nos describió en cierta oportunidad – entre las calles Mitre, Spandonari, Moreno y Hornos; allí se cazaban patos.

Los Cucarese eran once hermanos: siete varones y cuatro mujeres en aquellos duros años ’20. El Pibe, gambeteando el horario escolar, hacía algunas changuitas en la feria para hacer más espeso el puchero familiar.
“Yo iba con una bolsa de arpillera y le preguntaba a la gente si quería que le llevara las compras hasta su casa”.
De esta forma, 20 o 30 centavos iban al bolsillo de su gastado pantalón corto.

Una mañana, acertó a pasar por la esquina de Moreno y Sarmiento donde se levantaba la carnicería de Domingo Rossi.

“Che, pibe – lo llamó don Domingo – ¿No querés trabajar de aprendiz?”. Y fue así que Francisco trazó sus primeros palotes en el rubro.

Limpiaba la carnicería, llevaba los encargues (“iba hasta Villa Luchetti con la canasta”), atendía a la clientela y cortaba las medias reses.

GRACIAS A ANTONIO AGUSTI

A sus diecisiete, al mozo se le dio por independizarse.
“Pero no tenía plata para comprar la mercadería. Fui hasta lo de Antonio Agusti, que tenía frigorífico y le expliqué mi problema ¿Qué me dijo?: ‘Vos llevate lo que necesitás y cuando podes me lo pagás´. Así, sin vueltas. “Don Antonio y su esposa Adela fueron como dos padres para mí”.

LA CARNICERÍA DEL PIBE EN LA CALLE BAHÍA BLANCA

De esta forma, en 1933, nació la carnicería “12 de Abril”, la cual fue atendida por El Pibe, durante medio siglo en la calle Bahía Blanca (actual Fernandes D’Oliveira), entre Cafferata y Rebizzo.
¿Por qué la llamó “12 de Abril”?… Porque la inauguró un 12 de abril, nos dijo, e inmediatamente percibimos que no recurrió a una consultora al momento de elegir el nombre del emprendimiento.

LA MOROCHITA MENTIROSA QUE…

Doce años más tarde, esa misma fecha, cosas del destino (o no), tuvo otro significado para el joven carnicero. Pero vayamos en orden. Al Pibe le gustaba milonguear y tanto el “Unión” como el “Villa Pineral” lo veían lucirse cuando taconeaba las pistas. Una noche, en el club “Villa María Irene”, entidad por entonces ubicada en la calle Caseros, entre Cafferata y Esteban Merlo, invitó a bailar a una morochita pizpireta que estaba acompañada por su madre. “Yo tenía 27 años y ella, 14… Pero me dijo que tenía 15”. Y la pareja, bailando era una maravilla. Durante un tiempo, sólo fueron “compañeros de baile”. Pero se sabe que el tango provoca cosquillas en el corazón. Y fue así que en la mañana del 12 de abril de 1945, la morochita Nicolasa Lliames y El Pibe firmaron una misma libreta. De luna de miel “fuimos al centro a ver la cinta ‘Los amores de Chopin’… mientras viajábamos en el subte nos enteramos de que había muerto Roosvelt”.
La carnicería iba viento en popa. “A veces tenía dos colas de personas, una para cada lado del negocio; y cada una tenía como 50 metros de largo. Llegué a tener 65 libretas de fiado”.

Tiempos en que el comerciante del barrio era un referente para todos los vecinos. Cuando la gente se ausentaba, el cobrador de la luz pasaba por la carnicería para cobrar las boletas; si alguien necesitaba una ayuda urgente se recurría al Pibe; las persianas levantadas eran una invitación para solicitar la gauchada amiga.

LOS REYES MAGOS Y EL MOSTRADOR DEL PIBE

“Una vez vino al negocio una viejecita que estaba triste porque los reyes magos no le habían dejado nada a sus nietitas. Le dije que viniera más tarde…”.

Resultó que los muchachos de los camellos habían dejado los juguetes, para las chicas, bajo el mostrador de la carnicería.

Cuando se enteraron los chicos del barrio, llegaron al negocio en tropel. “Don Pibe – decían – ¿no dejaron un juguete para mí?”. Fue así que, durante años, Melchor y sus socios dejaban, debajo del mostrador, los juguetes que no habían alcanzado a repartir durante su gira nocturna; especialmente, porque a veces se les hacía más difícil llegar hasta los zapatitos más humildes. Esos chicos, entonces, iban corriendo hasta la “12 de Abril” y con carita de esperanza preguntaban: “Don Pibe… ¿No dejaron nada para mí?”.
El hombre ponía cara de ignorante, miraba debajo del mostrador y… sí ¡habían dejado!.

Francisco fue, además, durante 20 años, presidente de la Sociedad de Fomento de Villa Pineral; también fue delegado del Banco Cooperativo, presidente de la Asociación de Carniceros, tesorero de la “Patria y Labor”…
La pareja de baile tuvo dos hijas – Alicia y Mabel – y cinco nietos: Patricia, Roxana, Ariel, Analía y Javier.
Francisco El Pibe Cucarese – quien falleció el 1 de octubre de 2003 – a sus 89 años, forma parte de los entrañables vecinos y legendarios carniceros del barrio.