Lo tramaron con sigilo. Buscaron los cómplices quienes apenas informados del plan, accedieron complacidos. Los integrantes de la banda sumaron ideas para perpetrar lo programado. Acordaron el día, también la hora.
Y así fue que todo se consumó en el atardecer de un sábado del pasado noviembre.
Se dice que fue la primera vez en la historia de este condado que se realizó – para alegría de los pibes (y grandes) de la cuadra mencionada – una suerte de hallowenn caserino.
“Lo de Hallowenn fue la excusa – confiesa, admite, Daniela Llanos – el objetivo era que los chicos salieran a jugar a la vereda, como cuando yo era chica que con mis amigos nos la pasábamos en la calle”.
También, agregó la joven, la iniciativa buscó que los vecinos nuevos se conocieran, se saludaran, fueran partícipes de un objetivo común.
Y así ocurrió que durante la jornada pactada, pequeños “monstruitos” tocaban los timbres de las casas de la calle Esteban Merlo al 4800 y asustaban a “sorprendidos” vecinos a quienes le gritaban: “¿Truco o trato?”.
Hasta acertó a pasar por el lugar una patrulla policial que puso a pleno el ulular para sumarse al escenario.
Las crónicas aseguran que esa tarde los chicos se empacharon de golosinas, conocieron nuevos amiguitos y, como si esto fuera poco, moradores de la cuadra entraron en confianza.
El éxito de lo planeado fue tan alentador que entre las conspiradoras mencionadas, andan dando vueltas las ganas de hacer una reunión callejera, con motivo de las fiestas, para continuar afianzando la vecindad… y recuperar la vida de barrio, esa vida que nos hacía sentir tan bien.
Ojalá puedan hacerlo.