Sucedió en la tormentosa mañana del lunes 1 de octubre de 2007. Gastón Darío Pérez, quien tenía 29 años y vivía en la calle Álzaga, entre Kennedy y Belgrano, a las cinco de la madrugada puso en marcha su auto, un VW Gol gris, para dirigirse a su trabajo, en la empresa Peugeot-Citroen.
A Hilda, su madre, quien permanecía dentro de la vivienda, le extrañó que Gastón demorara en partir y le pidió a Leonel, su hijo menor, que fuera a verificar el motivo.
Cuando Leonel se acercó al auto, encontró a Gastón ensangrentado y desvanecido sobre el volante. Lo habían baleado y los criminales habían fugado.
Sobresaltado, Leonel colocó a su hermano en el asiento del acompañante y partió a gran velocidad hacia el Hospital Posadas; mientras manejaba, sacudía a su hermano con el fin de provocarle alguna reacción.
A pocos metros de la entrada al nosocomio, el coche, debido a la prisa y la calzada resbaladiza, se le fue de trompa y chocó contra una columna.
Desesperado, Leonel cargó en andas a su hermano pero dolorosamente comprobó que ya estaba muerto y lo recostó sobre el pavimento.
El asesinato, que enlutó y llenó de dolor a sus familiares y amigos, conmocionó también al barrio ya sensibilizado por otros hechos delictivos.
PROTESTA FRENTE A LA COMISARÍA
Esa misma noche, un grupo de vecinos se autoconvocó en la Sociedad de Fomento de Villa Mathieu y se dirigió hasta la sede de la Seccional 1°, ubicada en San Jorge, entre Urquiza y Belgrano.
La manifestación fue difundida por los medios de alcance nacional que multiplicaron las expresiones de dolor e indignación.
Los vecinos decidieron iniciar una serie de actividades para llamar la atención de las autoridades sobre el traumático tema de la inseguridad; entre ellas, una sucesión de marchas por las calles de Caseros.
LA PRIMERA MARCHA
Encabezados por Hilda y Daniel, los padres de Gastón, y Daniela Melaragno, su novia a lo largo de diez años, y bajo la consigna ” Justicia para Gastón y seguridad para todos”, en la tarde del lunes 8 de octubre, alrededor de mil vecinos partieron desde las puertas del club El Libertador (Álzaga y Belgrano) y palmeteando pausadamente (este palmeteo se convirtió en símbolo de la manifestación) transitaron por la calle Belgrano, doblaron en Hornos y tomaron Urquiza hasta el cruce con San Jorge, donde nuevamente se realizó una protesta frente a la Seccional 1°.
AL DOMICILIO DEL INTENDENTE CURTO
Los manifestantes retomaron su recorrido por las calles Belgrano, 3 de Febrero y Urquiza, hasta avenida San Martín donde se cruzó el túnel con la intención de girar hacia el centro de la plaza Unidad Nacional.
Sin embargo, en la entrada al túnel, en Caseros norte, los vecinos decidieron continuar hasta la casa particular del ex intendente Hugo Curto, ubicada sobre la calle Fray Justo Santa María de Oro.
A partir de ese momento, se observó la presencia de patrulleros policiales que fueron cortando las calles; incluso, uno de ellos, transportó a Hilda, la madre de Gastón, afectada por una descompensación.
En absoluto orden, la marcha – integrada tanto por jóvenes vestidos con una remera donde se leía ‘No se olviden de Gastón’, como personas mayores (incluso, madres con sus hijos en brazos) – continuó circulando por avenida San Martín, sumando más vecinos a su paso y acompañada por el simbólico aplauso de quienes transitaban por las veredas y el de los comerciantes parados a la puerta de sus negocios.
Al llegar frente a la casa del intendente, este abrió la puerta interna de su vivienda y se acercó hasta la reja donde, de acuerdo a lo que escucharon quienes estaban a la cabecera de la manifestación, expresó su sorpresa y escuchó el reclamo.
De todas formas, en ningún momento se insinuó intento de agresión alguno y apenas si se escuchó uno que otro insulto menor. Los manifestantes regresaron por el camino de ida y, ya bajo la lluvia, la marcha finalizó en Urquiza y avenida San Martín, donde se acordó en repetirla semanalmente.
ANÍBAL FERNÁNDEZ
El martes 9 de octubre, el ministro de Interior Aníbal Fernández, recibió en su despacho al padre y los hermanos de Gastón, a su novia Daniela y a Roberto Saade, vecino de Caseros estrechamente relacionado con la familia.
“Nadie de la intendencia, ni de la policía, ni de las autoridades provinciales, se acercó a decirme algo”, señaló Daniel Pérez. Y agregó: “El único que mostró interés fue Aníbal Fernández, que me dejó un mensaje telefónico la misma noche en que mataron a Gastón y, como no le respondí, a los tres días volvió a llamarme para invitarme a una reunión… realmente, él demostró alguna preocupación”.
El funcionario se comprometió “a apoyarnos en lo que fuere y me dijo que si no estaba conforme con la investigación, me comunicara con él”.
Durante la semana, el capitán Ferreira – titular de la Seccional 1° – recibió a un grupo de vecinos para abordar aspectos relacionados con la inseguridad. En la reunión, el oficial subrayó que la responsabilidad era enteramente suya y se ocupó en desligar del tema al intendente comunal.
El martes 16 de octubre, se efectuó la segunda marcha; en esta oportunidad, concluyo en la plaza Unidad Nacional con un acto donde se aclaró que la protesta no escondía tinte político alguno y solamente se realizaba con la intención de presionar para que los responsables de la seguridad se ocuparan del tema.
El lunes 23, se llevó a cabo la tercera marcha que nuevamente avanzó hasta la casa del intendente; la vivienda se encontraba completamente a oscuras. En la puerta de entrada, a modo de custodia, se encontraban algunas personas de civil; entre ellas, el capitán Ferreira.
La manifestación no se detuvo frente a la vivienda pero cesó su característico golpetear de manos para repetir a viva voz: “Intendente Hugo Curto/ basta de inseguridad/ ya mataron muchos pibes/ que no pase nunca más…”.
UN PIBE BUENO
Daniel Pérez, el padre de Gastón, por entonces tenía 51 años y manejaba micros de larga distancia.
Describió a Gastón como “un chico sumamente trabajador y responsable que si era necesario cumplía doble turno en la empresa y cuando le surgía alguna changa como plomero, la hacía en las horas libres”.
Gastón había nacido el 12 de marzo de 1978 y siempre vivió en Caseros. Fue alumno del San José Obrero.
Le gustaba mucho tener amigos y era un joven muy conocido y querido en el barrio.
Uno de esos pibes buenos, sanos moral y espiritualmente, ‘que no andaba en cosas raras y era para nada loquito’, coincidieron quienes lo trataron.
– Daniel… es destacable la corrección con que se concretan las marchas.
– Es que concurre gente de trabajo, gente del barrio que conoció a Gastón y lo quería, gente que está cansada de lo que está pasando con la inseguridad; siempre tratamos que ese orden y esa corrección se mantenga… El objetivo de las marchas es presionar pacíficamente para que los responsables del tema se pongan las pilas en el tema de la seguridad… hay cosas que no pueden seguir pasando. Que cambien las leyes que tengan que cambiar y que se dispongan de todos los recursos necesarios… Acá, en Tres de Febrero, se hacen muchas obras… pero la seguridad está primero… nadie está en contra de las obras pero hay temas que son prioritarios. Por eso, es necesario que la gente apoye las marchas en defensa de sus propios hijos… antes de que sea tarde. A mí, nada me va a devolver a Gastón. Era un chico lleno de vida que tenía muchos proyectos… Nosotros estamos destrozados; mi mujer y mis hijos están bajo tratamiento… Lo único que nos da fuerza en estos momentos es el afecto de los vecinos.