El 22 de septiembre de 1961 se fundó el CENTRO DE INDUSTRIALES PANADEROS DEL PARTIDO DE TRES DE FEBRERO. En un boletín de la entidad se lee que “es imborrable el entusiasmo que propició el nacimiento de la institución”.
Se destaca que “desde la primera asamblea, Guillermo Gaio, asesor contable de numerosos Industriales Panaderos fue un colaborador importante en la organización del Centro, participó ad-honoren como Secretario de Actas y logró que la Sociedad de Socorros Mutuos “La Honradez” nos cediera su salón para realizar las reuniones semanales”.
Con la fundación del Centro, directivos y asociados – se detalla – “comenzaron a trabajar intensamente en la organización y en la búsqueda de una sede con ubicación central dentro de la geografía del Partido. Fue entonces que surgió el ofrecimiento de Eduardo Caferatta, quien en su calidad de propietario de un inmueble ubicado en Av. San Martín 2284 (casi esq. Alberdi) nos brindó gratuitamente el mismo para ser usado como sede, una gran oportunidad que será agradecida y reconocida siempre. Durante casi un año se habitó la antigua casa, abonando impuestos y arreglando lo necesario hasta dejarla en condiciones de utilizar a modo de compensación por el gentil ofrecimiento. A medida que el Centro fue creciendo se le propuso al propietario la compra del inmueble, finalmente el 21 de agosto de 1962 se firmó el boleto de compra-venta. Para todos aquéllos que no han tenido el enorme gusto de conocer a Don Eduardo Caferatta, fue uno de los hombres con real alma panadera, de profunda vocación directiva. Fue durante varios años Presidente del Centro de Industriales del Partido Gral. San Martín, fundador del Banco Cooperativo de Caseros. Hoy el salón principal del Centro lleva con orgullo su nombre y su persona quedará eternamente grabada en el recuerdo de la entidad”.
Época de crisis y renacimiento
A partir de 1964, se inició “una época infructuosa para los panaderos”, se advierte y describe que “las decisiones del gobierno de turno perjudicaron ampliamente al sector. Las dificultades hacían que las asambleas fueran más frecuentes y numerosas, frente ello y a pesar del contexto desfavorable se proyectó un nuevo edificio, se demolió la antigua casa y empezó a crecer una sede renovada. Una expresión de deseo sería que esta base construida con tanto esfuerzo resulte en estímulo para las generaciones que vendrán, para que ellos continúen con el mismo entusiasmo que tuvieron sus fundadores”.
Una institución que mira al futuro con respeto y agradecimiento a los hombres que dejaron su legado
En el relato de la historia vale la pena resaltar las palabras del señor Víctor Cutrono, alma fundadora de esta obra, un hombre querido y recordado por todos. Él decía: “Hay que luchar por mantener y mejorar la institución. Siempre hay una tarea muy importante que realizar, hay que dedicar mucho tiempo al aspecto social de la entidad; juntos los dirigentes y asociados deben trabajar incansablemente por la unidad: una asociación unida es fuerte y respetada. Nunca debe pretenderse la solución al cien por ciento de los problemas. La perfección únicamente es de Dios, cada uno de nuestros actos son perfectibles. Los hombres estamos de paso las instituciones son las que perduran, no tengo dudas que nuestro querido Centro seguirá teniendo al frente grupos de dirigentes como los que tuvo hasta ahora, siempre estará en el lugar que ha ocupado dentro de las instituciones panaderiles del país. Si logramos convencernos mutuamente de que así debe ser, no tengo dudas de que nuestros esfuerzos y éxitos seguirán adelante“.