
La esquina de la vergüenza
Se trata de Ángel Pini y República. Si el abrumador basural arraigado en esta esquina espanta al transeúnte ocasional, imaginamos lo que deben padecer los vecinos inmediatos. Y lo vienen padeciendo desde hace mucho tiempo. Los días de calor agobiante sumaron a la basura amontonada, el penetrante olor a podredumbre y el peligro sanitario pertinente que se agrava con la proliferación de ratas, moscas y cucarachas (¿Qué campaña preventiva puede encararse contra el dengue y afines, con semejante escenario?). Algunos vecinos nos aseguran que, al menos, una vez por semana, la Municipalidad se ocupa de recolectar los montículos y de limpiar el espacio. Pero también afirman, entre indignados y resignados, que a las pocas horas, la esquina se vuelve a colmar de basura y más basura (arrojan hasta perros y gatos muertos y carne en absoluto estado de putrefacción). Manifiestan además que los culpables principales viven en las cercanías y carecen de respeto alguno por el espacio público. También, acusan enfáticamente a quienes vienen con carritos o camiones repletos de todo tipo de basura y a la vista de todos, la descargan impunemente.
Aquellos vecinos que se atrevieron a llamarles la atención fueron puteados, prepoteados y, en algunos casos, hasta violentamente golpeados; incluso, fueron amenazados con rociarles de nafta las casas (o comercios) donde saben que viven e incendiárselas. En ocasiones, la basura acumulada es tanta que directamente le prenden fuego. Al quemarla, también queman lo que se encuentra alrededor. La llamas acentúan el peligro de extenderse a las viviendas inmediatas, a los medidores de gas (¿tendrá que morir alguien para que se tomen las medidas necesarias?) y a los cables de electricidad, teléfono, etc., con todos los perjuicios que implica dado que impide hasta el trabajo comercial / industrial. Por otro lado, la zona se convirtió en propicio contexto delictivo; los conductores, que deben aminorar la marcha para esquivar tanta basura, se convierten en presa fácil de delincuentes que están al acecho.
Ni la gestión de Hugo Curto ni la del actual jefe comunal, Diego Valenzuela, encontraron solución al traumático problema que tanto martiriza a los moradores del lugar.