(Esta nota fue realizada en diciembre de 2014)
“Estas imágenes son el signo de la creatividad de la que somos capaces aún con una materia prima de descarte, abandonada. Son un símbolo de la genialidad que Dios quiso poner en la mente de un artista”, dijo el Papa Francisco, en los jardines de Castelgandolfo, mientras señalaba dos esculturas. ¿A que aludía el Sumo Pontífice? A dos obras forjadas por un muchacho que nació en Caseros en 1971 y que se transformó en uno de los artistas plásticos más innovadores y destacados. Hablamos de Alejandro Marmo quien, entre otras tantísimas obras, es el creador de las dos gigantescas imágenes de Evita que luce el ex edificio de Obras Públicas, en la transitada avenida 9 de Julio, donde la esposa de Juan Perón habló por última vez al pueblo.
ALEJANDRO Y BERGOGLIO
Conozcamos esta historia: nuestro vecino y Jorge Bergoglio se conocen desde el tiempo en que éste era el arzobispo de Buenos Aires por haber compartido varios proyectos de arte e integración desarrollados por Marmo.
Alejandro, desde hace tiempo, construye sus creaciones junto a trabajadores (a veces, desempleados) o personas con dificultades de inserción social. Además, utiliza para sus obras materiales de descarte y desechos industriales. En una entrevista concedida a Telam, el artista manifestó que uno de sus objetivos es “unir las asimetrías y las diferencias del universo social, a través del arte como constructor de diálogo; entendiendo al arte como evangelizador con una mirada amplia y no solamente desde la religión católica”.
Meses atrás, el artista y el Papa se reunieron en la residencia de Santa Marta y quedó establecido el proyecto de construir dos imágenes religiosas a emplazarse en la residencia pontificia de Castelgandolfo, donde se inauguró una sede de los Museos Vaticanos. Ambas esculturas son generadas en el marco del emprendimiento denominado “La simbología de la iglesia que mira al Sur”. Fue así que Alejandro – utilizando rezagos industriales y con la colaboración de jóvenes que luchan contra distintas adicciones en la ciudad de Buenos Aires -fue construyendo, en un taller comunitario ubicado en Pilar, al Cristo Obrero y a la Virgen de Luján. Ambas esculturas cruzaron el Atlántico y, también, algunos jóvenes que le dieron los últimos toques en los Museos Vaticanos.
EL OTRO POLO DE LA CULTURA
Al respecto, Marmo apuntó: “Lo que queda emplazado en el Vaticano es el testimonio de ese proceso de trabajo, el otro polo de la cultura del descarte”. Las imágenes fueron bendecidas, el domingo 16 de noviembre de 2014, por Francisco, tras el rezo del Angelus, y compartir un almuerzo con Alejandro.
Si bien Alejandro nació en Caseros, se crió en Villa Bosch junto a sus padres – María, griega, y Luis, italiano, ambos fallecidos. Don Luis tenía un taller de herrería a la que Marmo identifica como su única “escuela artística”. En cierta oportunidad, confesó: “De mi niñez guardo el recuerdo de la incesante melodía de la maza sobre el metal en la herrería de mi padre; su mano firme fundiéndose en el hierro, las mañanas de óxido y vapor de herrumbre y la oscura visión del mundo a través de las antiparras”.
En noviembre de 2011, el Rotary Club Caseros y el Rotary Club Capurro (Uruguay), durante un acto realizado en la sede de la Biblioteca Alberdi le entregaron el premio El Gaucho, distinción reservada a vecinos destacados de nuestro distrito. Tras agradecer el reconocimiento, Alejandro recordó que “Cuando recién empezaba y le mostré mis obras a un conocido escultor, me dijo: ‘Vos con esto no vas a llegar a nada, mejor dedicate a otra cosa…’. La ira, la bronca o el miedo que me causaron escuchar esas palabras me dieron más fuerzas para seguir en lo mío”, enfatizó.
Alejandro desoyó la demoledora sentencia y transitó un camino donde además de exponer su talento se brindó generosamente para darles oportunidades de superación a personas vulnerables.
En los jardines de Castelgandolfo, Francisco, tras manifestar lo señalado al principio de esta nota, agregó: “Este es un mensaje al mundo de que hasta que no venga el hijo de Dios nada está perdido, nada es de descarte, todo tiene un significado dentro de la magnífica obra de Dios”.