6 DE ENERO DE 1937
By Caseros y su Gente

6 DE ENERO DE 1937

Aquí, a Caseros, en esos años, también llegaban los Reyes Magos. Esta fotografía lo confirma. Fue tomada sobre la calle Belgrano al 4400, entre Cavassa y Villarino (hoy, Lisandro de la Torre). La calle paralela que se intuye al fondo de la foto es la actual avenida Urquiza y, por entonces, toda la manzana carecía de vivienda alguna.

Las niñas que posan son mis vecinitas – Nina y Luisa Yanigro – ambas con sus flamantes muñecas. Tanto el marinerito Carlitos Yanigro como Ricardito Fernández muestran sus nuevos monopatines y el que fanfarronea sobre el triciclo es quien esto escribe. Todos estos juguetes, juro, aparecieron esa mañana junto a nuestros zapatos.

EL CIRCO
Algunos recuerdos: en 1940, se instaló un parque de diversiones sobre la calle Urquiza, desde General Paz (actual David Magdalena) hasta Villarino. En esta esquina (donde hoy se levanta una ferretería), también supo asentarse un circo cuya atracción central, prometía la publicidad, era la actuación de fieras terribles.

Continuo: tras abonar las entradas, nos ubicamos en sillas, rodeando las rejas de protección que tenían por techo un fuerte entramado de sogas. Estábamos expectantes. Un trompetazo anticipó el ingreso de un recio tigre que apareció vertiginoso en la pista central. Imprevistamente, el animal, tras dar unas vueltas, pegó un salto, trepó las rejas, apartó las sogas y cayó entre nosotros que estábamos a unos cinco metros de la cerca protectora…

Por supuesto, se desató la desesperación, las sillas volaban hacia la calle Urquiza y se generaron los revolcones, todo en medio de un griterío infernal… mientras, el domador intentaba, látigo en mano, arrinconar a la fiera. Me recuerdo corriendo y corriendo, golpeado, rengueando, cubierto de tierra, dominado por el julepe hasta llegar a casa y refugiarme en los brazos de mamá.

Dijeron las malas lenguas (que siempre las hubo) que el incidente solía repetirse, que todo estaba finamente calculado: se cobraba la entrada, el tigre hacia su entrada e inmediatamente el espectáculo terminaba… ¡pícaro el domador, eh! ¡Ay mi Caseros de entonces!.

César Hugo Fernández

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