Leo Manzur encontró en Costa Rica, el bienestar y la tranquilidad que lo alejaron de Caseros.

Esta entrevista fue realizada en 2015

Tiene 34 años y es chef especializado en cocina mejicana, italiana y japonesa. Durante una década vivió acá nomás, en la calle Cavassa, entre Belgrano y Moreno. Cierta tarde, salía de su casa cuando un par de delincuentes le robó el auto, previo intento de secuestro. El rodado apareció días más tarde y también cierta sospecha de que en el episodio estaban entreverados tanto los malhechores como miembros policiales. El 20 de mayo de 2013, se dirigía a su trabajo en el restó Le Grill, en Puerto Madero, en el tren San Martín, cuando, a la altura de la estación Sáenz Pena, un joven le arrebató el teléfono celular.

“Fueron apenas segundos. Sentí el manotazo desde atrás. Para mí, el celular es una herramienta de trabajo porque hago fotos de los platos, guardo recetas, todo lo relacionado con mi actividad. De manera instintiva, me di vuelta y logré agarrar el celular. Hubo un forcejeo hasta que me tomó, de un brazo, me tironeó fuertemente y me lanzó hacia afuera del vagón, al vacío, con el tren en movimiento. Una verdadera locura. Calculo que estaba drogado, porque de otra forma no se entiende la actitud”, señaló Leo.

Ambos cayeron en las piedras de las vías. “Dimos varias vueltas. Nos pegamos unos manotazos. Salió corriendo y lo seguí unas cuadras. Me crucé con mucha gente, yo pedía que lo agarraran, a los gritos, pero nadie se metió. Me salve de casualidad”, dijo Manzur quien quedó con heridas en todo el cuerpo.
No pasó mucho tiempo hasta que cierta madrugada, al salir de su trabajo en Puerto Madero, observó un episodio delictivo padecido por un taxista ante la increíble pasividad de dos integrantes de fuerzas de seguridad, testigos ‘privilegiados’ del hecho.
“Cuando me pasó lo del tren, demandé al gobierno por las puertas abiertas, la falta de cámaras y de policías… todo se me negó. Cuando vi que no iba a tener ayuda alguna, desistí todo. Y cuando vi lo que le pasó al taxista, me dije: ‘bueno, ya está, me vuelvo a Costa Rica”.

Junto a sus padres – Silvia y Juan –  y sus dos hermanos, Maxi y Demián, Leandro Manzur había vivido desde sus siete hasta sus veinte años en el país centroamericano. Con los suyos, regresó a Argentina; él, especialmente por la necesidad de ampliar su horizonte profesional: se perfeccionó como chef, se graduó en Administración de Empresas y estudió Relaciones Internacionales. Trabajó con distintas figuras de las artes culinarias, fue mano derecha de Iwao Komiyama, destacado cultor de la cocina argentina japonesa, y hasta fue requerido por el canal Gourmet. Su prometedora carrera en nuestro país quedó trunca por los hechos delictivos mencionados que, sumados a nuestras tradicionales irregularidades socioeconómicas, apuraron su decisión de regresar, hace poco más de dos años, a Costa Rica, donde, incluso, había cursado sus estudios primarios y secundarios.

CASI UN PARAISO
No eligió cualquier lugar. Se radicó en la península de Nicoya, bañada por el Océano Pacífico y considerado como uno de los mejores territorios del planeta para vivir. En Costa Rica perdura una de las democracias más consolidadas de América y el país está calificado como uno de los más seguros del continente; además, el que registra la mayor esperanza de vida de América Latina (79.4 años), el que tiene un sistema de salud considerado entre los cinco mejores del mundo y el que es mencionado como uno de los más verdes del planeta. Leo está a cargo de la gerencia del restaurante del Hotel Capitán Suizo, uno de los más destacados de la playa de Tamarindo.

“Me toca controlar tanto la parte de atrás (la cocina) como todo lo que sucede en el salón del establecimiento”, nos cuenta, acá, en Caseros, donde se encuentra de visita por unas semanas.

¿Como describirías la forma de ser del costarricense?.
Muy tranquila, optimista… siempre trata de ver lo positivo de cada asunto y pareciera que de cada hecho aprende algo. Por ejemplo, rompe algo y en vez de quejarse largamente, es como que se dijera: “Buena, la próxima vez deberé tener más cuidado…” y pasa a otro tema. Cuando digo que es optimista es porque tiende a ver la parte del vaso que este medio llena. Y cuando aparece algún problema, se enfoca en ver en cómo se puede solucionar… y en ese sentido, se compromete en tratar de encontrar la solución.
¿Por ejemplo?.
Allá hay dos temporadas: la lluviosa y la seca. Durante la lluviosa, hay tres meses que llueve por la mañana y los otros tres, por la tarde. La temporada seca es sol, sol y sol… entonces, si tenés una ruta sin pavimentar, el polvo que se levanta es un caos. La gente, si bien por un lado se queja al gobierno, por el otro toma parte en el asunto y contrata un camión para que arroje melaza sobre la ruta para que no vuele el polvo. Éste es sólo un ejemplo, en todo se busca la solución respectiva.
– Es decir: ¿Lo que no hace el municipio lo hace la gente?.
Es una actitud diferente a sentarse, quejarse y no hacer nada… o dejarlo todo en manos del gobierno como sucede acá. Como comunidad, la gente se agrupa y busca resolver el tema hasta que el municipio tome cartas.
– ¿Inseguridad?.
No existe. Los chicos juegan a la pelota en la calle, andan en la calle, van a hacer surf, podés dejar la bicicleta o el auto sin problemas…
¿Hay desigualdad social?.
En realidad, hay mucha clase media. Hay una clase alta, reducida, que son los terratenientes. Es un país muy chiquito (alrededor de cinco millones de habitantes) que no tiene ejército y donde lo que más hay es una clase media que vive bien, come bien, viaja… no vive con la soga al cuello. Es un país relativamente estable, donde el presidente se renueva cada cuatro años con la posibilidad de ser reelegido una sola vez (casi nunca sucede), la moneda no varía, no hay inflación… y donde las cosas funcionan.
¿El trabajador está protegido?.
Trabaja ocho horas, seis días a la semana y está en blanco, tiene vacaciones, horas extras pagas… si algún empleado está disconforme pone una carta en el Ministerio de Trabajo y éste suele ser duro con el empleador si no cumple.
¿El principal ingreso económico es el turismo?
También la producción de café es muy importante. A nivel mundial, Starbucks es el mayor cliente. La zona del Atlántico es muy bananera. Intel se desarrolla en Costa Rica. Pero, sí, lo que más se explota es el turismo.

Cuando Leo describe que el costarricense es sumamente tranquilo, subraya su parecer porque especialmente la compara con el acelere argentino.
Están acostumbrados a hacer las cosas más despacio. Si les decís necesito esto “ahora”, puede pasar una hora y no la hicieron. Entonces le preguntás por qué no la hicieron y te responden: “Porque usted me dijo que la haga ahora y ahorita se la hago”. Le insistís en que “ahora” es “ya” y te repiten “ahorita se la hago”. Si quedas en encontrarte a las siete, seguro que será a las ocho o las nueve. Es así.
Y tu parte argentina ¿cómo reacciona ante esto?
Uno se va acostumbrando. Hay que tener en cuenta que uno viene de esta Argentina donde todo sucede muy rápidamente y donde por distintas razones estás de malhumor, nervioso… y cuando ingresás a la vida costarricense, encontrás un mundo diferente, no hay tanto apuro, no estás a las corridas, se habla más pausado, no se enfoca tanto en lo negativo sino en lo positivo y en cómo se podría llegar a cambiar lo que es negativo.
¿Están mediatizados?.
Para nada… pueden leer los periódicos pero no viven pendientes de lo que dijo algún político o la chica del espectáculo. Yo, personalmente, no tengo televisión.
Nos hablás de la vida en una zona de playa, pero ¿Sabés qué sucede en San José, la capital?.
Allí estuve un tiempo. Te encontrás con un poco más de tránsito y de caos. La gente anda un poco más acelerada pero, sin embargo, se vive mucho más tranquilo si se compara con Caseros donde a veces me da miedo caminar.
¿Cómo encontrás a Caseros?.
Me llama la atención la cantidad de autos abandonados y la suciedad; en algunos aspectos, parece una ciudad abandonada.
¿Se adaptan los argentinos que viven en Costa Rica?.
Los porteños que conozco suelen quejarse de que hay demasiados árboles, mucha naturaleza, pájaros, monos, mapaches… que no hay nada para hacer. Claro, no tenés los teatros o los cines o las cafeterías de Buenos Aires. Conozco, sí, marplatenses que se adaptan mejor.
Costa Rica está considerada como uno de los mejores lugares del mundo para vivir.
Fue elegida varias veces como uno de los primeros en varias oportunidades.
El optimismo, el ser positivos, deben tener que ver…
Allá hay una expresión que se usa para todo, en cualquier momento del día. Cuando a alguien se le pregunta… “¿Cómo está?”,  te responde: “ ¡Pura vida, pura vida!”.
– Me parece hermoso, sugiere una forma de ser…
No es que las cosas les resbalen, pero tampoco se la toman tan drásticamente. Acá, en Argentina, estamos más crispados, de mal humor constante, con temor…
La gente que vive allá es más longeva…
Es que el bienestar y la longevidad van de la mano: estás feliz, no te hacés tanta mala sangre, llevás un ritmo de vida más sereno y tenés más paz interna… Entonces, tu cuerpo no se deteriora tanto, dormís bien, no estás consumido por los medios… todo eso juega a tu favor. Me ha tocado conocer a personas que parecen de 60 y tienen 80. Donde yo estoy, es un lugar donde se tiene muy en foco lo saludable, el tipo de nutrición… mucha legumbre. Los platos son más variados y menos abarrotados. Si bien la cocina argentina es buenísima, aca se insiste en la carne y la harina que nos hacen sentir pesados, con modorra. Por otro lado, allá andan mucho en bicicleta, caminan, hacen ejercicios, van a la playa.
¿Vida espiritual?.
En una playa vecina – Nosara – está uno de los centros de yoga más importantes del mundo. Es un espacio prácticamente rodeado por selva y protegido por el estado. No se permiten hacer edificaciones, es un lugar donde las tortugas marinas van a desovar y hay muchos animales; todo esto, se preserva. Por otro lado, es un país católico con iglesias por todos lados. Una de las frases repetidas es: “¡Que Dios te acompañe”. 0, por ejemplo, si tenés dificultades, te alientan con un: “Tranquilo, que Dios por algo hace las cosas, ya vas a ver que todo va a estar bien, pedile a Dios”. El “gracias a Dios” lo tienen incorporado en la cabeza y también en el lenguaje.

En esta su visita a Argentina, Leo aprovechó para viajar durante unas semanas a la Patagonia.
Fui a Ushuaia donde viven mis tíos. También visite El Chaltén. En cierto sentido, estos lugares son parecidos a Costa Rica: la gente es más serena, menos crispada. Trata de salir adelante y colabora para que sus ciudades estén mejor. Uno va caminando por El Chaltén y percibe que se vive en paz. Los vecinos te dicen: “Acá estoy bien”. Llevan un ritmo de vida más sereno y se nota que no están tan castigados por los medios como aca. Si la Argentina fuera más estable, yo no tendría problemas en vivir en lugares como El Chaltén.
¿Qué se conoce de la Argentina en Costa Rica?
Conocen a Maradona, Messi, el Papa, algunos hablan de Ceratti… A Argentina la tienen también relacionada por la comida… hay varios restaurantes en Costa Rica con menues argentinos: milanesas, empanadas, carnes…
¿De donde viene tu inclinación por lo gastronómico?.
Por mi familia. Mi mamá cocina espectacularmente. Además, me acuerdo que desde chico esperaba los domingos porque nos reuníamos en la casa de mi abuelo donde se extendía una mesa larga llena de familiares. ÉI cocinaba para todo el mundo y todos estaban felices… era el momento de unión de la familia por medio de la cocina. Cuando nos fuimos a vivir a Costa Rica, mi papá también abrió un par de restaurantes. Yo tenía entonces los antecedentes de mi abuelo, mi papá y de mi mamá que cocina tan bien y llegó un día que comencé a cocinar para mis amigos. A ellos le gustaba y las reuniones donde al principio éramos cuatro, llegaron a ser de veinticinco. Me di cuenta que la cocina servía para reunir gente y para pasarla bien. Entonces me empezó a gustar: cocinar para reunir. Desde que puse un pie en la cocina, me di cuenta de que la cocina es cultura, sus colores, sus sabores, sus sonidos, son mi música.