Enchufamos la Máquina del Tiempo y nos transportamos a 1967, a la calle 3 de Febrero, entre Cafferata y Rebizo. Ingresamos a la sede del Club Villa Pineral y nos encontramos con una reunión donde descubrimos al doctor Mario Eugenio Guido (en el centro de la foto, de anteojos); a su izquierda sonríe Andrés Kosinski, presidente de la entidad.

Si pudiéramos, le avisaríamos a los concurrentes que ese doctorcito de anteojos, cumpliría una trayectoria inolvidable en nuestro barrio.

Ocurre que el flamante “doctorcito” de Villa Pineral se hará conocer tanto por su afabilidad y sencillez como por su solidaridad y desprendimiento. Serán múltiples los caserinos que, con el tiempo, asegurarán haber sido atendidos a pesar de carecer de medios para abonar la consulta. Y no faltaron gallinas, huevos o afines como forma de compensar la gauchada.

Los mismos vecinos destacarán, además, que siempre se pudo contar con él en caso de emergencias; no importa si era sábado, domingo, feriado, de madrugada o si la zona se presentaba inhóspita. Donde había un necesitado, allí iba el doctor en su veterano Peugeot 79. Y hasta meterá la mano en su propio bolsillo cuando intuía que a su paciente no le alcanzaba el dinero para comprar el remedio que recetaba.
Por todo esto, el doctorcito se convertirá en inolvidable.

Pero como no lo pudimos decir, tomamos la fotografía, volvemos a abordar la Máquina del tiempo y acá estamos, otra vez.