Fue el 24 de julio de 1931. Se cumplen hoy nueve décadas. Ese viernes invernal, un episodio sacudió la modorra del todavía pueblo de Caseros: se estrenó «El cáliz del perdón», cinta rodada íntegramente en estos pagos y protagonizada por vecinos, también, de estas latitudes. Esos mismos vecinos con los que uno se cruzaba en la panadería La Nacional, en la estación o caminando por avenida San Martín.

Es decir, aclarémoslo bien: en la misma mágica pantalla donde se lucia Rodolfo Valentino, aparecía el muchacho de acá a la vuelta o la chica de la otra cuadra.

¡CÓMO SE REALIZÓ LA PELÍCULA!

La historia fue así: en la esquina de Valentín Gómez y Sarmiento, residía Nicolás Moschetti, autor de la obra teatral El cáliz del perdón. El hombre la convirtió en un guión cinematográfico y hasta se animó a la dirección de la película y, como venía embalado, decidió filmarla en Caseros con los pobladores vecinos. Se desconoce si la decisión fue artística o económica.

Moschetti tenía un amigo norteamericano, Amos Gary, que cada tanto lo visitaba en Caseros y era técnico de la empresa Rapid Film. Amos tuvo a su cargo los trabajos de impresión del quijotesco emprendimiento.
Para rodar una parte de la cinta hubo que golpear la puerta de casa de la familia Renta y convencerla de filmar en el jardín, el comedor y el dormitorio, perpetuando tales imágenes en las retinas del vecindario todavía chismoso (no como ahora, ejem). Seguramente, los Renta accedieron después de barrer a fondo y, por otro lado, con la férrea promesa de que iban a dejar cada cosa en su lugar.

Los Renta vivían en la calle Urquiza, entre avenida San Martín y 3 de Febrero, en el mismo solar que más adelante ocupó el hermoso chalet del doctor Appollonio y donde, actualmente, se levanta orgulloso el Edificio Torre.

El papel protagónico recayó en Dorita Errecalde, mocita que vivía en la calle Belgrano, entre Andrés Ferreyra y Sarmiento, y que era linda como un sol, recuerdan los veteranos del barrio.
El papel masculino fue interpretado por Francisco Uriarte; el resto del elenco fue cubierto con Scámbola y otros jovencitos que, inmediatamente, ascendieron de rango en los corazones mozos de entonces.

Digámoslo rápida y piadosamente: la película no obtuvo la mejor de las calificaciones y se criticó en especial la parte técnica. La crítica también señaló que la bella Dorita era más creíble como actriz de teatro que incursionando en el séptimo arte.

Lo cierto es que, a pesar de todo, «El cáliz…» se convirtió en la primera película filmada en Caseros; sin duda, toda una hazaña tanto empresarial, como técnica y artística. Y esta condición nada ni nadie puede discutírsela.
Y después de todo… iQué saben los periodistas!.

(En la foto, las tres hermanas Errecalde. Dorita es la de la derecha.)