Hay puertas que uno ve sin mirar. Esto pasa con la ubicada en la calle Andrés Ferreyra 2560, entre Urquiza y Valentín Gómez.

Ver significa percibir; mirar, prestar atención. Sigamos, maestro ciruela.

A esta puerta hay que mirarla con atención porque – además de poseer rasgos distinguidos – es la que se abría antes de ingresar al comedor que ofició como primera sede del Banco Cooperativo de Caseros.

Sí, amigo, es el mismo pórtico cuyo picaporte fue sacudido por don Francisco Fischetti, Fernandes D’Oliveira y otros, quienes antes de ser calles fueron fundadores de la entidad bancaria que llegó a ser, además del mayor referente de nuestro pueblo, la institución cooperativa más importante del continente.

La dueña de casa era la familia Cervetto y eran las chicas Cervetto – Angélica y María Luisa – quienes ad honorem, se encargaban de cobrar las cuotas de los primeros préstamos que otorgó el Banco que nació con el objetivo de combatir la ambición de los usureros de antaño.

Cuotas que prolijamente atesoraban en una mesita de luz, que ni estaba blindada ni controlada por cruzados rayos infrarrojos ¡¿A quién se le ocurriría tocar lo que no era suyo!?

Preguntamos: ¿No sería razonable que se colocara una placa que aludiera a qué nació allí el Cooperativo?

Que la placa no sea de bronce, claro.