Fue un destacado vecino de nuestro barrio. También, uno de los Impulsores del Ateneo Cultural de Caseros, del Movimiento Cooperativo Comunal y el primer gerente de la Fundación Banco Cooperativo de Caseros, cargo que, tras su deceso – hoy, 30 de agosto, se cumplen 40 años – ejerció el conocido actor Julio López.

En cierta oportunidad, Alfredo Ferro, ex presidente del Cooperativo, así recordó a Johnny Pizzarello.

“Fui amigo de Johnny durante más de medio siglo. Lo conocí cuando teníamos siete u ocho años, éramos de la misma edad.

“Concurrimos a la escuela N° 8 (actual N° 12), cuando estaba ubicada en Belgrano y 3 de Febrero.

“Nuestra amistad se fue cimentando a medida de que pasaban los años. Éramos socios del club República, jugábamos a la pelota a paleta, íbamos juntos a bailar, compartimos infinitas charlas y cafés… a lo largo del tiempo fuimos acompañándonos y conociendo la “aventura” de vivir.

“Johnny poseía muchas, muchísimas habilidades y todas le surgían naturalmente. Tenía un excelente oído musical y tocaba ya sea el piano, como la ocarina o el violín… Las reuniones adonde concurría se convertían automáticamente en una fiesta. Proponía, por ejemplo, jugar a adivinar melodías; él era capaz de reproducir cientos de temas y los demás debíamos  acertar el nombre de ellos. Tocaba tangos, pasodobles, boleros, valses, música moderna o lo que fuere; él escuchaba un tema y le quedaba grabado. Además, pintaba muy bien y dominaba varias técnicas: al óleo, a la acuarela… incluso; tengo en casa varios cuadros con imágenes de cabezas de animales que el retrató con plumín y tinta china, una técnica que requiere una paciencia mayor.

“Por otro lado, leía mucho y estaba muy informado sobre todo: con él se impulsó la concreción del Movimiento Cooperativo Comunal y Johnny fue el autor del himno que representaba al partido; estaba basado en un carnavalito que hacía mención del candidato a intendente, el señor Mary.

“También participó de la creación del Ateneo Cultural de Caseros y fue el primer gerente que tuvo la Fundación Banco Cooperativo de Caseros. En esta institución pudo desarrollar muchas de sus inquietudes culturales.

“Fue muy buen amigo y le preocupaban los problemas ajenos. Muy solidario, en algún momento le tocó realizar un trabajo difícil: preparar a alguien para su propia muerte. Se trataba de Huguito Serpelli, un amigo en común, que padecía una enfermedad incurable. Hugo sabía que iba a morir y recibía la visita de Johnny que, con gran fortaleza espiritual, lo reconfortaba y apoyaba en el trance. Johnny nos decía: “Le estoy ayudando a preparar las valijas”.

“Johnny se casó con Susana, su gran amor; junto a ella formó una hermosa familia. Él siempre hablaba de sus cinco “moneditas”: Susana, Cecilia, Claudia, Marcela y Julia, sus cinco hijas. En un tiempo, las chicas cantaron – en radio y televisión- temas que él había compuesto especialmente para ellas. Siempre tuvo una profunda convicción religiosa, su calidez y su gran poder de comunicación le permitieron ser predicador con orientación católica.

Era de mediana estatura, más bien delgado. Allá, cuando tenía cuarenta y pico, tuvo muchos problemas cardíacos; debió cuidarse en las comidas y adelgazo más. Con el tiempo, sufrió múltiples infartos. Era común que se corriera la voz de que había sufrido un ataque y que todos saliéramos disparados, angustiados, para donde estaba internado… y lo encontrábamos contando cuentos rodeado de médicos y enfermeras. Pero estaba muy grave y él lo sabía. Nos decia: ´Estoy primero en la fila…´

“El 30 de agosto de 1986, un amigo me avisó que había fallecido. Tenía 60 años. El día anterior, yo lo había ido a visitar. Cuando depositaron su ataúd en la tierra, sus hijas entonaron un salmo… Él les había transmitido su fe religiosa. En una época, en la revista “Selecciones”, se publicaba una sección que se llamaba “Mi personaje inolvidable”. Johnny es eso: un personaje inolvidable”.