La locomotora a vapor exhibida en la plaza Unidad Nacional – rodeada de bustos de próceres – fue fabricada en Leeds (Inglaterra) y lleva el número 2505.

En 1909, entró en servicio en el ferrocarril Buenos Aires al Pacífico (BAP), actual Ferrocarril Nacional Gral. San Martín.

En sus tiempos de esplendor, estuvo afectada a los servicios de carga y maniobras en las playas de las estaciones Coronado, Caseros, Sáenz Pena, Devoto, Villa del Parque, La Paternal, Palermo, El Palomar y Hurlingham.

Por cuestiones económicas, este tipo de unidades también trabajó a leña; especialmente, durante la segunda guerra mundial. Cuando sucedía esto, era acompañada por un vagón jaula donde se amontonaba la leña. La dotación la integraba, entonces: maquinista, foguista y el pasaleña.

TREN OBRERO

Esta locomotora fue, en muchas ocasiones, la unidad tractiva del legendario Trencito Obrero, formado por dos coches, que trasladaba – desde las cercanías de la estación Caseros- al personal que trabajaba en los Talleres Alianza.

Por razones de servicio, este tipo de unidades – popularmente conocidas como Catangas – cumplían funciones en distintos lugares. En el caso de nuestra 2505, sus últimos años de vida útil los desempeñó en el Depósito de Locomotoras Alianza donde fue asignada a las maniobras de la playa, Almacenes, Vías y Obras y Talleres de Alianza. Junto a otras cuatro locomotoras, se utilizaba para arrastrar los trenes de carga que constantemente salían o llegaban a Alianza.

Luego de esos tiempos de vapor, fueron suplantadas por las locomotoras diesel eléctricas hasta el lamentable cierre de los ferrocarriles en los ’90.

Las dos últimas locomotoras del tipo de la que se luce en nuestra plaza fueron la 2530 North British y la 2505.

La primera fue cortada – tras estar también estacionada en la plaza Unidad Nacional – y reemplazada por la segunda.

¿Cómo llegó, en los años ’90, la 2505, a la plaza ubicada en av. San Martín y Alberdi?

Rodando… porque por entonces la estación Caseros tenía playa de maniobras y así, rodando, llegó al sitio donde actualmente está ubicada. Para concretar el traslado, fue preciso apelar a gatos, eslingas, tacos y también fue necesario instalar algunas vías. En un principio, nuestra locomotora estaba acompañada por un furgón de línea y el furgón de cola de carga; lamentablemente, estos fueron vandalizados e incendiados y terminaron como chatarra.

La restauración de la 2505 quedó en manos de nuestros amigos y vecinos Carlos Toccacelli y el bicicletero Francisco Tejada, quienes con mucho entusiasmo y dedicación la pintaron y le devolvieron su antiguo esplendor. Oportunamente, la máquina fue cercada con un perímetro de rejas para protegerla.

Aurelio Cardeira relataba que cuando la 2505 pertenecía al depósito de locomotoras Alianza, él se desempeñaba como foguista y mi padre – Demetrio Ramón Macarrón – era maquinista. Por entonces, también trabajaban en el lugar, entre otros, Carlos Carrega y Carlos Scovazzi, quien fue uno de los últimos en manejarla. Ellos contaban historias muy interesantes del trabajo de armar trenes de carga en Alianza, una de las tres playas más grandes de maniobra del Ferrocarril de Buenos Aires al Pacifico (las otras dos: Palmira, en Mendoza, y Justo Daract, en San Luis).

Años en que trasladaban cargas de grano, leche, productos de granja, verduras, ganado en pie, vino, sidra, cerveza, uva, peras, manzanas, aceite vegetal y mineral, piedras, minerales, gasoil, nafta, arena, ladrillos, leña, cal, cemento, hierros, tubos, máquinas viales, transportes militares, etc. Tiempos en que se requería eficiencia, seguridad, cumplimiento de horarios… condiciones que el ferrocarril brindaba generosamente gracias al trabajo en equipo del personal idóneo, responsable, bien remunerado y que tenía posibilidades de desarrollo. Todo eso se proyectaba a la comunidad y se traducía en progreso, bienestar y calidad de vida.

La locomotora 2505, esa misma que está en la plaza de Caseros, lo puede atestiguar…

CARLOS MACARRÓN