Rosa Adelaida Rosello de Cafferata vivía en avenida San Martín, entre La Merced y Moreno, en un bonito chalet que ocupaba el predio donde hoy se levanta una sucursal del Banco Galicia (foto).

Fue una de las vecinas más longevas de nuestro barrio. Había nacido el 2 de octubre de 1891, en Haedo, y falleció, a sus 105 años, el jueves 13 de febrero de 1997.

SU VIDA

Nicolasa Cánepa y Juan Rosello – matrimonio porteño que se había refugiado en Haedo, a fines del siglo 19, “en busca de tranquilidad”– fueron los padres de Rosa quien era la tercera entre ocho hermanos.

Alguna vez, Rosa nos contó: “En Haedo, todo era campo y más campo. cada tanto, íbamos a la Capital, a la casa de mi abuela; allí presencié como las mujeres, para lavar la ropa, iban al Rio de la Plata”.
Nuestra vecina evocó con mucho cariño a sus padres: “… mi papá, cuando era jovencita, me susurraba al oído: ´¿Sabés qué me dijeron? Que estás muy linda’ “.

Rosa, como muchos otros vecinos, llegó a Caseros por amor. Sucedió que en una tarde de domingo, salió a pasear, junto con su hermana, en charré (carro paquete tirado a caballo) hasta los alrededores de la ‘curva del mate’.

Allí, las intrépidas chicas decidieron aventurarse hasta Caseros con la intención de visitar a una familia amiga: los Cafferata. En ese atardecer, Pablo Lorenzo – hijo del legendario don Agustín – y Rosa se conocieron y… desde el 24 de enero de 1914, vía conyugal, Rosa se afincó en Caseros.

“La ‘luna de miel’ la pasé aquí y aquí me quedé. Nos instalamos en la calle Urquiza, entre Andrés Ferreyra y 3 de Febrero… recuerdo el primer colectivo que iba de Caseros a San Martín, era un coche chiquito, de pocos asientos… Lo manejaba un hombre al que le decían ‘Chufa Seca’. Cuando queríamos pasear, íbamos a la estación y subíamos a las ‘break’ que conducían Juanín, Ferruco…”, nos relató en una de las tantas conversaciones que mantuvimos.

Para la época en que Rosa llegó a Caseros, nuestro barrio acusaba, según censo nacional, una población de 6.000 vecinos.

“Esto era una área muy amplia y casi desconocida para la mayoría de nosotros, ya que pasar del otro lado de las vías era una verdadera proeza. Por otra parte, no teníamos las mujeres necesidad de hacerlo ya que al vivir en Caseros centro, con cruzar la calle no bastaba para tener todo al alcance de la mano, el resto lo hacían nuestros esposos”, decía.

También, en sucesivas entrevistas nos comentó:

  • “Mi esposo estaba dedicado al comercio… comercializaba forrajes, leña, carbón, granos. Tenía un amplio galpón en la calle Urquiza, entre Andrés Ferreyra y 3 de Febrero. Cuando decidió cambiar de ramo, dividió el galpón y nació así el Mercado Cafferata.
  • ” Él fue una persona muy emprendedora, formó parte del primer directorio del Banco Cooperativo. Tuvimos dos hijos: Delia, que falleció, y Lorenzo que se radicó en Mar del Tuyú “.
  • “Daba gusto viajar en el tren Pacífico; había coches de primera y segunda clase… se podía viajar con suma facilidad y había que ver la atención de los guardas para con el pasajero”.
  • “Antes, los vendedores ambulantes pasaban por la calle pregonando su mercancía; no sólo ovejas y lechones sino también patos, gansos y gallinas. Los transportaban unas veces en carro, otras a pie o atados de las patas… “.
  • “Yo siempre digo que soy de buen carácter… no podemos ser todos iguales… tenemos que estar el bueno, el malo y el nervioso también”.
  • ” No me aburro porque yo bordo, yo coso, yo cocino, a mí me gusta hacer de todo y se hacer de todo, gracias a Dios… ahora, después que me agarro la vejez, no hago mucho…”.
  • “Como muy natural… de todo, puedo decir. Hoy comimos, a ver… unos ravioles hechos con una salcita… y siempre sopa, la sopa buena es una obligación”.
  • “…la vida me fue quitando poco a poco lo que más quería; primero, mi esposo, después Delia… y aquí estoy… a solas con mis recuerdos”.

En sus últimos años de vida, Rosa sufrió una caída y se fracturó la cadera. Superó esa operación y tres infartos. Tras su fallecimiento, se descubrió escrita de su puño y letra, una solicitud de que sus restos fueran cremados.