Allá por los ‘7o, nuestro vecino estaba a punto de tocar el cielo como jugador. Era Romerito, el crack, el entreala izquierdo exquisito que había debutado en la primera de All Boys, el club de sus amores, con apenas dieciséis años. El que en 1972 protagonizó el mayor sueño de la historia alba: obtener el campeonato.

Los simpatizantes de Floresta cambiaban la eterna rutina de ir a la cancha los sábados por la eternamente anhelada de los domingos. El mismo Romerito que por su calidad llegó a interesar a San Lorenzo, Vélez y al Málaga español.

Una hernia de disco frustró su prometedora carrera de jugador.

Pero el futbol, se repite, da revancha, y la gloria que apenas si pudo acariciar de pantalones cortos la hizo suya como director técnico: en 2007 agarró – en All Boys, nuevamente – un equipo temblequeante y lo depositó en el Nacional B.

Un lustro más tarde, bajo su dirección, el club llegó a Primera por segunda vez. Obtuvo triunfos memorables y hasta compartió un cuarto puesto junto a Boca y Vélez Sarsfield..

La trayectoria de nuestro vecino es la más destacada de la historia alba.

“Un policía, Mario, que cuidaba Zodíaco, la disco de Juan B. Justo y San Nicolás, en Floresta, vivía cerca de casa en Caseros y era hincha de All Boys. Él hizo todo para que yo llegara al club bien de pibe y el destino quiso que fuera mi segundo hogar”, recordó el protagonista de esta nota.

Tiempo atrás, a José Pepe Santos Romero (70), lo entrevistamos en la sede del club Villa Pineral.

Entre otros comentarios, nos dijo lo siguiente:

  • La primaria la hice en la Escuela N° 7 (ex 21), de Spandonari y Parodi. En la secundaria fui a la ‘Pedro Goyena’, era una casona que estaba en Garay, entre Sarmiento y Andrés Ferreyra. Íbamos con blazer bordo y pantalón gris. Cuando esta escuela cerró, la mayoría de los alumnos nos fuimos a una escuela que había abierto a la vuelta, sobre Sarmiento. La habían inaugurado tres mujeres: María Emilia, María Begonia y María Jacinta. Era el instituto Ceferino Namuncurá y soy de la primera promoción. Después, quería inscribirme en odontología pero no seguí los estudios porque ya había empezado a jugar en primera. Cuando pibe, iba al cine San Carlos (Mitre, casi Rosas), a la pizzeria de Bichingo y a la heladería de Mateo, su hijo, que estaba al lado.
  • El futbol me gustó siempre, toda la vida. Yo vivía en Loubet (actual Spandonari) y Tuyú (Juan de Garay). En la esquina de casa vive Dante Marielaro, un vecino conocido por todos. Yo jugaba en todos los potreros de Villa Mathieu. La plaza también era un potrero y se jugaba mucho a la pelota. Ahí se armaban campeonatos. Uno de los que jugaba era el padre Rafael: se arremangaba la sotana y quedaba con los pantalones Grafa. Era un wing derecho tipo liebre, rapidito.
  • Mi gusto futbolístico es como cuando yo jugaba, por el piso, tocando y armando juego. Eso es lo que trato de transmitir para que se haga en la cancha. Pero, actualmente, manda el resultado. Esto hizo que muchas cosas cambiaran. Antes, se aplaudía una gambeta, una buena jugada; ahora se aplaude al que se tira a los pies y tira la pelota afuera, al que mete. Hoy, hasta al técnico de inferiores se lo califica por los resultados: no se le pregunta cómo jugó tal categoría o cómo jugo fulanito sino como salió el partido.
  • Como técnico, uno tiene que atender muchas cabezas y todos tienen sus temas. Por eso, siempre me gustó escuchar. Escucho, siempre, a todos. A los jugadores, al cuerpo técnico, hasta a los periodistas que a veces vienen a decir cosas… a través de eso, he aprendido mucho y, por otro lado, lógicamente, me ayuda a tomar decisiones. Los jugadores, cuando hablan, aportan muchísimo en lo que respecta al grupo y al planteo del juego…
  • A veces es difícil mantener la motivación en un plantel. Los que juegan están contentos, los suplentes no tanto y los no citados puede que estén con las caras largas. La solución es siempre atenderlos a todos de la misma manera. Organizando partidos para los que no juegan y haciéndoles saber que también son importantes. Es una de las maneras de tener al grupo integrado. Quizá la mejor manera de motivarlos es brindándoles a todos el mismo profesionalismo; el jugador eso lo siente y mantiene la ilusión de que en algún momento le puede tocar y debe estar preparado. Por supuesto, a esto debe sumársele el hecho de hablarles e interesarse por ellos como personas y darles pensamientos motivadores. Creo que lo mío pasa por ahí: trato de estar siempre al lado de los jugadores.
  • En All Boys, tuve muy buena gente que ha aportado mucho, que manejaba los vestuarios, verdaderos referentes para el grupo. Sin ese aporte de los referentes, todo se hace más difícil y uno, como técnico, siente esa carencia… especialmente, en los entrenamientos, después de una derrota. Porque cuando se gana, estamos todos felices, contentos, y lo malo se tapa bajo la alfombra. Pero es cuando se pierde es que tenés que enfrentar la responsabilidad, bancártela, y es ahí donde tiene gran importancia el apoyo del grupo.
  • Por una lesión, dejé el futbol muy joven y empecé a dirigir inferiores; en ese sentido, tengo mucha experiencia en el manejo de jóvenes, situación que me permitió ejercer el liderazgo. Y, aunque parezca increíble, también me dio mucha experiencia el haber trabajado casi veinte años, como preceptor, en el instituto San José Obrero, donde uno debe aplicar tanto la psicología como el manejo de grupo. Esa experiencia en la escuela me enseñó mucho. No estudie liderazgo pero… bueno, la experiencia, y algunas condiciones naturales me permiten ejercerlo a pesar de que, en algunos aspectos, es bastante complicado.
  • Me cuesta separar el futbol de la vida de todos los días. Todavía me sigo amargando cuando se pierde o no se juega bien. Eso se nota cuando estoy en casa porque no quiero hablar con nadie.
  • Siempre me he culpado al momento de las derrotas. Lo hago si fue por mi culpa y también lo hago si fue por culpa de un jugador, para quitarle la presión. De todas formas, en su interior, cada uno sabe lo que pasó en la concha. AI jugador le gusta que el técnico esté en segunda línea, que no chapeé o que cuando se pierde, ande repartiendo las culpas. Insisto: mantener al grupo es lo más difícil. Son treinta jugadores que pelean por lo mismo, que quieren jugar, y es complicado conformarlos a todos.

Tras su glorioso paso por All Boys (también dirigió en Ferro Carril Oeste, Estudiantes de Caseros e Independiente de Mendoza) nuestro vecino acaba de estampar su firma en el caserino Jota Jota.

DATOS

NACIÓ: 3 DE NOVIEMBRE DE 1951 / PADRES: AMELIA E HIPÓLITO / HERMANA: ANGELA / ESPOSA: CRISTINA SOLALINDE / HIJOS: MAXIMILIANO, TAMARA, ROMINA, NAHUEL, CAMILA Y CLARA / HOBBYS: TOCAR EL ACORDEÓN / JARDINERÍA