A sus 62 años, se fue para siempre el mediodía del sábado 19 de marzo. A su lado, estaban Fabiana, su compañera de vida, su esposa desde hace más de tres décadas; sus hijos, Luciano, Mauro, Ale y Santino.

Carlos partió tras pelearle durante mucho tiempo a una enfermedad que cada día lastimaba su entusiasmo vital. Entusiasmo. Esta palabra describe lo que fue su itinerario de vida. Podríamos agregarle energía, voluntad, capacidad de trabajo…

Apenas concluyó sus estudios primarios se dedicó a ayudar a su padre, Luis Marcos Murillo, quien había instalado la Relojería  y Joyería “Mundial”, en la calle Lisandro de la Torre, entre Ángel Pini y Carlos Tejedor (Barrio Evita, Caseros).

Su progenitor – por quien Carlos siempre sintió especial devoción – le enseñó el oficio.

Tras el deceso paterno, Carlos inauguró su propio emprendimiento en un modesto local de av. San Martín, casi esquina Urquiza. Nacía la primavera de 1980 y lo llamó “Samy”. Siete años después, trasladó el comercio a su actual ubicación en la calle 3 de Febrero, entre Moreno y Belgrano.

Alguna vez, nos dijo: “Mi trayectoria comercial, siempre estuvo ligada a Caseros. Tomé la posta que dejó mi padre y – con la ayuda de mi esposa Fabiana, mi principal colaboradora – buscamos innovar permanentemente para adaptarnos a un mercado de cambio constante”.

ACADEMIA, ACADEMIA

Racinguista hasta la médula (Ver: https://caserosysugente.com.ar/…/carlos-murillo-una-de-las-mejores-cosas-que-me-paso-en-la-vida-es-ser-hincha-de-racing/), siempre estuvo ligado a los vaivenes de La Academia. Cada domingo de futbol, su presencia era infaltable en Avellaneda. Hasta condujo un programa de radio partidario al que no pudo continuar por los primeros síntomas que le afectaron el habla.

En cierta oportunidad, cuando ya se conocían sus dolencias, sus amigos pasearon por la cancha una bandera donde se leía “Fuerza, Carlos”. Él estaba en la platea y… (perdón, no sé cómo continuar).

Sus restos fueron cremados y – a su pedido – las cenizas serán esparcidas en el verde césped del club de sus amores.

En cierta oportunidad, evocando a su papá, señaló: “…aunque físicamente ya no esté, siempre lo siento acompañándome. Porque uno muere realmente cuando nadie lo recuerda”.