En realidad, hace años que no hojeo algunos de estas publicaciones (aclaro: por razones de edad, Billiken, para mí,   fue más significativa que Anteojito).  Ambas revistas siempre estuvieron presentes entre mis mejores recuerdos (seguramente, magnificados por el tiempo).

En el portal “Revista Urbana”, acabo de leer esta crónica, publicada anteayer, que transcribo textualmente:

“Hoy se dejó de publicar, para siempre la revista Billiken después de 100 años de publicarse en papel. Junto con la revista Anteojito, que desapareció en 2002, ayudaron a educar  y a respetar a nuestros próceres y a nuestra bandera a millones de niños.

“Nuestros abuelos inmigrantes apenas hablaban español, pero sabían bien que comprar esas revistas (o conseguirlas prestadas) era, como pasaba con los libros infantiles y juveniles, invertir en lo único que entonces (y ahora) valía la pena: formar futuros lectores y apostar a nuestra educación. Entre el brillo de pantallas brillantes y falta de campañas serias para promover la lectura, se fueron esas dos revistas.

“En algún lugar, el Mono Relojero se estará abrazando con Hijitus, Larguirucho, Anteojito y Antifaz, La pequeña Lulú, y a Pelopincho y Cachirula, llorando, rumbo al olvido. Gracias, Billiken y Anteojito.  Hasta siempre”.

NdeR: ¡Cómo se olvidaron de nombrar a Pi Pío y al fantasma Arturito!.