Sucedió el 5 de mayo de 1952 cuando abrió sus puertas el primer colegio católico de la zona: Nuestra Señora de La Merced, impulsado por religiosos, docentes y vecinos.

Entre los pioneros, se destacan a Juan García Savio, párroco de entonces; Celestina Galuya de Ituarte y Alfreda de Rachid, las primeras directoras; Noemí Podestá de Rivella, vicedirectora de recordada trayectoria en nuestro distrito; María Magdalena Broggi, Ofelia Venini, Alicia B. Pujó, Hilda Aída Frattini, Noemí Bonifacini, Elvira y Juana Ocaranza, Beatriz Schiafini, las primeras maestras…

Alguna vez, María Cristina Favale, quien ese día inaugural fue una de las alumnas presentes recordó: “El aula era un galpón que estaba ubicado en lo que hoy es el fondo del colegio. Nos sentábamos en unos bancos largos de madera y apoyábamos los útiles en unos tablones que eran sostenidos por caballetes. En ese galpón, se cursaba primero inferior y superior, segundo, tercero y cuarto grado. En total, éramos 48 alumnos”

La historia del instituto de la calle Nuestra Señora de La Merced, entre av. San Martín y David Magdalena, se fue nutriendo con el aporte del padre Eduardo Gloazzo, quien durante casi medio siglo estuvo a cargo de la parroquia, y de la labor de personal docente, personal no docente y vecinos colaboradores. De a poco, pero de manera inclaudicable, el establecimiento se convirtió en uno de los de mayor convocatoria del distrito.

“La prueba de que ha sido fecunda la cosecha la dan los ex alumnos que después han triunfado en los múltiples cargos de la actividad del hombre”, resumió Lilian Zocchi de Curín, directora de EGB, cuando, en 2002, el instituto conmemoró sus Bodas de Oro.

En ese acto, recibieron distinciones, entre otros, Francisca Favale; María Teresa Capilouto, primera profesora de inglés; Norma Grillo; Doria Cespa, primera catequista; Horacio Tedesco, primer profesor de Música… El coro del instituto – dirigido por Laura Castellaro – cerró la celebración interpretando “Aprender a volar”.

En uno de los costados del escenario principal, un pequeño e informal afiche señalaba: “Recordar es volver a sentir aquellos estudios del alma que iluminaron nuestro camino”. Al leerlo, imaginamos la emoción que habrá embargado a alguno de aquellos 48 alumnos iniciales.

SE IZA LA BANDERA EN EL PATIO DEL COLEGIO