Está sucediendo en distintas localidades: se planta un árbol para festejar la llegada de un bebé.

En Saliqueló, por ejemplo, el programa se denomina “Nace un niño, nace un árbol” y desde que se impulsó se plantaron alrededor de 3.500 árboles en espacios públicos.

“Cada vez que cruzo el paso a nivel, sé que el tercer pino es el árbol de mi hijo”, afirma emocionado un vecino del lugar.

Una vez al año, todas las familias que han tenido hijos reciben un árbol y una plaqueta con el nombre del niño. El área de Espacios Verdes del municipio elige un predio y se hace una ceremonia, detalla un funcionario.

La biblioteca de local se suma donando un libro, un juguete de madera hecho por artesanos del pueblo y un certificado donde consta que ese árbol de ahora en más, es del pequeño. Como tal, deberá cuidarlo.

Regar el árbol

“Cuando pasamos por la plaza nuestro hijo señala su árbol y quiere ir a regarlo”, comenta una vecina. Es madre de dos niños; es decir, tiene dos árboles. El mayor, una magnolia, y el menor una araucaria. “Ellos verán crecer esos árboles, pero también sus hijos y sus nietos”, afirma.

La conservación de los árboles se realiza desde Espacios Verdes, pero también la propia familia es responsable del cuidado de la planta. “Enseñamos a los niños a cuidarlos mucho en sus primeros años de vida, así como pasa con ellos”, se sostiene.

“La idea es que los niños crezcan junto al árbol y ambos sigan conectados”, se resume.

Todas las especies que se plantan son elegidas conforme la necesidad del lugar donde se van a colocar.

Es una iniciativa que – de acuerdo a las características y posibilidades de nuestro barrio – consideramos que podría imitarse en Caseros.

(Crónica  adaptada de una nota publicada en La Nación)