Fines de los años ’40. La Cruz Roja local (esquina Caseros y Belgrano) es una entidad imprescindible para nuestro barrio.

Atienden los doctores Bocco, Schmid, López, Zanguitu… también, un joven residente que hace poco pronunció su juramento hipocrático.

Porteño de Parque Chas, el mozo se está  haciendo conocer a fuerza de atender a los pobladores y socorrer urgencias
«Atendíamos muchísimos llamados; en la ambulancia que manejaba Pascual, íbamos a todos lados. Pascual conocía a todos los vecinos y, cuando yo bajaba a atender, él me anticipaba si el enfermo era cardíaco, asmático o lo que fuese… y nunca se equivocaba.», nos contó, décadas más tarde, el doctorcito aquel, a quien estos pagos se le antojaron cálidos e instaló su consultorio en Mitre y Bolivia.

VILLA GENERAL BELGRANO (CASEROS)

Describe y recuerda: «Mitre es el límite que separa a Villa Alianza de Barrio Belgrano. Cuando me instalé ni siquiera tenía luz… un vecino me tuvo que tirar un cable. Todo esto era quintas, baldíos… desde aquí, se veía hasta Rincón. Cuando me necesitaban de noche, me ponía un par de botas – había barriales por todos lados – e iba con la linterna para ver donde pisaba. Los que me esperaban en el consultorio, adivinaban por donde yo andaba por la luz de la linterna. Cuando me necesitaban de urgencia, me venían a buscar a caballo».

Paralelamente, todos los días a la seis de la mañana, tomaba el 141, luego doble subte hasta Constitución y, desde allí, otro colectivo que lo dejara en el Hospital Rawson «donde el profesor Tobías dictaba la mejor cátedra de clínica médica del país».

VECINOS QUERENDONES

Pronto, el doctor se hizo querer; situación ésta que atribuyó al hecho de ser el primer médico de la zona y a que la gente del lugar es “querendona”, así dice.
«Por acá, los vecinos siempre fueron solidarios y afectuosos”.

Cuando no podían abonar la consulta, no faltaba quien se hiciera presente con una docena de huevos o algún pollo. “Cuando me casé, me regalaron más de treinta gallinas».

Se especializó en pediatría porque «a través del chico, uno puede brindar educación para la salud a toda la familia». Y, justamente ésta fue una de sus constantes: reforzar en los padres los aspectos preventivos con respecto a la sanidad.

«Antes, empezaba a atender y era seguro que entre los chicos que esperaban, había algunos volando de fiebre… ahora, las madres toman mayores precauciones y consultan, ya sea por la vacunación o por lo que fuere».

SOCIEDAD DE FOMENTO VILLA ALIANZA

Durante tres décadas, colaboró con la gente de la Sociedad de Fomento Alianza y atendió un consultorio instalado en la entidad que fue visitado por innumerables vecinos. En esta institución, además, organizó intensísimas campañas de vacunación. «Me ayudaban a colocar inyecciones, la familia Topa y alguno que otro médico amigo que nos daba una mano». Los lugareños reconocieron su empeño y en la sede del club Villa Alianza le entregaron un pergamino que atesora entre sus mejores recuerdos.

Luego de su paso por el Rawson, atendió durante muchos años en el Hospital Álvarez, hasta que en 1979 «por concurso» fue designado jefe del Hospital Pirovano ,cargo que desempeñó hasta su jubilación. Por sus trabajos presentados fue distinguido en diversos congresos y jornadas médicas.

Sus pasatiempos favoritos fueron la pintura y la fotografía; sus ansias de conocimiento lo llevaron a recorrer casi todo el planeta.
«En esto, me ayudó la profesión porque fui invitado a participar en varios congresos internacionales».

La experiencia de surcar los mares le otorgó la autoridad como para asegurar que «Argentina, a pesar de todo, es uno de los mejores países del mundo para vivir. Aquí la gente es cálida y gaucha; es por eso que extrañan tanto los que se van…».

¿Todo tiempo pasado fue mejor?, doctor.
– Considero que no es tan así… sucede que se recuerdan los años en que uno era joven. Le cuento una anécdota: en 1890, el jefe de patentes y marcas de EEUU renunció a su cargo; dijo que se iba porque «ya estaba todo inventado». Por suerte, no fue así y se siguieron produciendo adelantos. Por lo menos, en ese sentido estamos «mejor»…

De espíritu optimista, insistía en que la base de una vida mejor hay que buscarla por el lado de la educación. Siempre defendió la labor benéfica de la Cruz Roja de Caseros – donde, incluso, ejerció como profesor de enfermería – y tiraba la bronca porque «se cometió la aberración de venderla a manos privadas… esa institución era patrimonio del barrio».

Casado con Ana Grinberg; el matrimonio tuvo un hijo – Gustavo – quien siguió sus pasos.

Fue uno de los médicos más queridos de Caseros. Falleció el 5 de septiembre en 2007, a sus 83 años; hoy se cumple el 15° aniversario.

 

RECUERDOS DE QUIENES LO CONOCIERON:

  • Él conocía la historia clínica de toda mi familia.
  • Atendía a abuelos, padres y niños.
  • Su mirada y su toque eran un bálsamo, hacía lo justo y necesario para sanar.
  • Cómo se extrañan estos médicos. Los de antes, que no temían apoyar el oído en la espalda, ni llorar de emoción cuando un paciente se curaba de una enfermedad grave.
  • Lo vi por última vez a mis veintiséis años, cuando un flemón en la garganta no me dejaba vivir, desde hacía una semana, del dolor.
  • No me quería levantar de la cama. Le dije a mi mamá: llamame al Doctor Grinszpan. El vino al ratito. Se sentó en mi cama, me escuchó llorar y quejarme, me recetó un líquido para hacerme un buche y me dijo: levantate y cambiate. Esa misma noche el flemón desapareció.
  • Por siempre gracias, Doctor querido
  • Jamás se preocupaba por cobrar primero atendía a sus pacientes y luego cobraba o te fiaba y te regalaba remedios
  • El médico de cabezera de nuestra familia… venía con su maletín a casa. Después atendió a mi hija en el consultorio de Mitre y Bolivia…en sus primeras comidas me decía como hacer ñoquicitos de ricota o calabaza o hacer una salsa con un tomate sin piel y hervido. Un hombre inolvidable.
  • Excelente médico y mejor persona, nos atendió más de 40 años a toda la familia y le salvó la vida a mí hermano. Siempre tan amable y profesional.
  • El mejor médico de cabecera de toda la familia. Iba a domicilio si así necesitabas o lo llamabas por teléfono y él ya, como te conocía, te decía qué tomar. Excelente persona, siempre respetuoso y amable.
  • Un gran médico como lo es su hijo Gustavo, el pediatra de mis gemelas, por lo que leo tiene las mismas características de su papá, una persona sumamente profesional con un gran corazón.
  • Gran médico! Mi médico cuando yo era niña y también de la familia.
  • Era nuestro médico de cabecera, venía a Villa Mathieu, donde vivíamos, por mi hermano, por mí o por mi papá. Nos esperaba en el hospital o buscábamos los remedios en el consultorio con su secretaria, creo que se llamaba María. Un gran médico con un corazón humilde y siempre listo con su maletín. Pasaron los años pero siempre lo recordamos.
  • Un gran profesional… una vez, cuando yo tenía seis años, me tragué un alfiler y él me atendió. Desde ahí fui mi pediatra!
  • Un gran médico. Confiaba en él cuando mis hijos estaban enfermos.
  • Era mi médico desde cuando yo era bebé. Gracias, doctor, por todo lo que hizo por mí. Se lo extraña.
  • Nuestro médico de cabecera. Excelente profesional y sobre todo, excelente  persona.
  • Médicos de los de antes!  Así fue también el doctor Zanguitu…gran médico.
  • Él venía a domicilio por las calle de tierra. Sí había llovido mucho, venía con botas llenas de barro. Yo tenía mellizas y me cobraba por una. Sabía que el sueldo de mí esposo no daba para tanto
  • Recuerdo la vieja casa de la esquina donde me atendía y te daba un caramelo Sugus porque te portaste bien en la consulta… si te enfermabas, venía a casa con su maletín. En casa, me operó las amígdalas y recetó helados.