Cristóbal Ramos, autor de, entre otros tangos, Dame tiempo, Que camine solaelntimidad, residía en la calle Kelsey (actual Murias), entre Alberdi y Sabattini.
Se afincó en Caseros por el amor a una morocha caserina – Ángela Chola Minchín – a la que conoció en una milonga del club Defensores de Santos Lugares.
Fecundo compositor – autor de casi un centenar de tangos – fue también un bandoneonista de primera clase; integró inolvidables orquestas: entre ellas, la del legendario Francisco Canaro. Acompañó además al Quinteto Pirincho, a Ernesto Franco y, dada su versatilidad, a la mismísima Raffaella Carrá, durante su visita a nuestros pagos.
También tuvo orquesta propia. Sus creaciones fueron interpretadas por, entre otros, Héctor Mauré, Alfredo del Río, Alberto Podestá, Argentino Ledesma, Chiqui Pereyra…
Fue muy querido en el ambiente artístico: Roberto Galán, Tita Merello, Héctor Ricardo García lo tenían entre sus amigos especiales; asimismo, fue muy querido en nuestro barrio donde se recuerda su carácter alegre y amistoso.
Ejerció el cargo de director general de Radio Municipal y representante del diario Crónica, en el Chaco.
El bandoneonista y Chola tuvieron un hijo: Beto y dos nietos: Mariana y Luciano, a quienes les dedicó dos temas: De rosa y marfil (vals) y Don Luciano (tango).
Cristóbal Ramos había nacido el 14 de noviembre de 1915 y falleció el 24 de septiembre de 1982, a sus 66 años.
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CARTA AL CIELO DE BETO, SU HIJO
Cuando se cumplió el 20° aniversario de su fallecimiento, su hijo escribió lo siguiente:
Querido papá:
Como dice el tango ‘Veinte años no es nada’, tu recuerdo es permanente. A diario, escuchando tangos, siento como que una luz siempre viva, una vela que no se agota, iluminara un camino de vivencias y me permitiera, con el recuerdo, estar siempre a tu lado. Desgraciadamente, mamá se fue también; deseo de todo corazón que estén juntos nuevamente… vos en tu bandoneón y mamá cebándote mate, como en aquellas épocas y como en el tango que dice: ‘Cuando eran míos mis viejos’. Te quiero, los extraño, algún día estaremos juntos otra vez.
Beto, tu hijo