Esta historia toca nuestro corazón, haciéndonos ser conscientes de las muchas veces que no hemos estado para nuestras madres cuando más nos han necesitado.
La carta brinda una perspectiva desgarradora para cuando llegue “el día…”, ya que detalla los muchos momentos de paciencia que cada madre tuvo que vivir cuando sus hijos eran jóvenes, las historias repetidas, los detalles olvidados, los pequeños inconvenientes. Todo, para ayudar a su hija a afrontar, a través de estas experiencias, las dificultades que llegan con la vejez.
Mi querida niña…
El día que veas que me estoy haciendo vieja, te pido por favor que seas paciente; sobre todo, tratá de entender por lo que estoy pasando.
Si cuando hablamos repito mil veces lo mismo, no me interrumpas con un “Lo dijiste hace un minuto”… sólo escuchame, por favor. Recordá cuando eras pequeña y te leía noche tras noche, aquella historia que tanto te gustaba para que conciliaras el sueño.
Cuando no quiero tomar un baño, no te enojes, no me avergüences… ¿Recordás que cuando eras niña, tenía que correrte mientras ponías excusas para no bañarte?
Cuando veas lo ignorante que soy cuando se trata de la nueva tecnología, dame el tiempo necesario para aprender, y no me mires así… recordá con qué cariño y paciencia te enseñé a hacer muchas cosas: vestirte, peinarte, hacerle frente a los problemas de la vida…
Si de vez en cuando pierdo idea de lo que estamos hablando, dame el tiempo necesario para recordar y si no puedo, no te pongas nerviosa, impaciente o arrogante… sólo tenés que saber en tu corazón, que para mí, lo más importante es estar con vos.
Y cuando mis viejas y cansadas piernas no me dejen moverme tan rápido como antes, dame las manos de la misma manera en que yo te ofrecí las mías, la primera vez que empezaste a caminar.
Cuando esos días lleguen, no te sientas triste…sólo quedate a mi lado y compréndeme para que pueda llegar con amor al final de mis días.
Te quiero y te doy las gracias por el regalo del tiempo y de la alegría que hemos compartido.
Con una sonrisa y el amor que siempre te he tenido, sólo quiero decirte… te amo, mi querida hija.
(anónimo)