El viernes 8 de enero de 1999, tras almorzar en su casa (Belgrano, entre Bélgica y Varela, Villa Parque, Caseros) Maximiliano González, joven de diecinueve años, se fue caminando, con la pelota bajo el brazo, a la canchita conocida como La Pelada, situada en los alrededores de Urquiza y Senador Ferro. Esa noche no regresó a su hogar. En la mañana siguiente, su madre, Rosa García, quien lo buscaba desesperada, lo encontró caído en uno de los galpones de los ex Talleres Alianza. A Maxi lo habían asesinado con un golpe en la cabeza.
En cierta oportunidad, Rosa nos aseguró: “Fue uno de los vigiladores de esos galpones… ¿Por qué? Para mí, porque Maxi vio algo raro?”.
Tanto a Rosa como a su esposo, Antonio González, la vida les cambió para siempre. Mordiendo el dolor, se abocaron a un solo objetivo: esclarecer el hecho. Pasó el tiempo y el camino transitado los llevó por sitios impensados para una familia común, una familia de barrio: se contactaron, con suerte dispar, con funcionarios políticos, judiciales y representantes religiosos, alcanzaron la primera plana de los medios de alcance nacional, fundaron una entidad que agrupó a familiares que padecieron hechos similares, impulsaron distintas actividades con la intención de que el delito no quede impune.
Pero, en primer lugar, debieron superar el recelo inicial de los vecinos. “Parecíamos leprosos… nuestra casa, nuestra vereda, nadie la pisaba”, nos señaló Antonio González.
En aquellos años, era habitual observar a Rosa caminando por las calles de Caseros con una pila de volantes en sus manos, pidiéndoles a los comerciantes que lo pegaran en sus vidrieras para difundir el crimen. Algunos accedieron; otros, no. Rosa explicaba y explicaba, una y otra vez, jamás se cansaba. El matrimonio se fue haciendo experto en frecuentar comisarias, fiscalías y juzgados. Algunos comprendían, los atendían con respeto; otros, buscaban sacárselos de encima. “Una vez, una fiscal me dijo: ´Te voy a dar un consejo, quedate tranquila y dedicate a cuidar a tus otros dos hijos’… yo pensé: ‘Maxi no se merece eso ‘”.
El denominado Caso Maxi empezó a ser conocido en Caseros y los alrededores. Pero no alcanzaba. Cierta mañana, Rosa se animó y le contó su lucha, telefónicamente, a la producción del programa radial conducido por Santos Biasatti. El periodista la puso al aire y cuando finalizó la comunicación, los vecinos estaban tocando timbre para expresarles su solidaridad. “Es increíble, cuando yo les contaba, no me creían, pero cuando lo escucharon por radio empezaron a creerme”. A la semana siguiente, la llamó Nelson Castro y todo se repitió.
El viernes 4 de agosto de 2000, los González, junto a otros padres que arrastraban calvarios similares llevaron a cabo, en el ex Centro de Almaceneros (Alberdi, entre Rauch y av.San Martin, actual sede PAMI), la primera actividad pública que realizó la Asociación de Víctimas de la Impunidad sin Esclarecer (AVISE), entidad creada con el objetivos de dar, a sus integrantes, contención y herramientas para consolidar la búsqueda de justicia.
En el marco de esta entidad, los González organizaron marchas, reuniones, misas, conferencias y todo tipo de acciones para difundir su causa y las de sus compañeros de infortunio. Tuvieron audiencias con funcionarios de instancias superiores. Consiguieron la solidaridad de reconocidos artistas Leon Gieco, Víctor Heredia, Peteco Carabajal, Soledad Silveyra, Juan Palomino, Chango Spasiuk… quienes se brindaron para que, con sus presencias, cada convocatoria tuviese mayor cantidad de público.
“Entre tema y tema de los que cantaban León o Víctor, los integrantes de AVISE aprovechábamos para difundir nuestro mensaje”, señaló Rosa. De a poco, con marcha lenta pero segura, AVISE fue alcanzando los primeros planos. Este impulso y el trabajo codo a codo de los integrantes de la entidad, sirvió para que las causas no fueran archivadas y se mantuvieran latentes; para que algunas llegaran a juicio y otras fueran esclarecidas. Una pelea constante para jaquear a la impunidad. Tras una de las marchas, se logró que la carátula inicial del Caso Maxi, donde se leía “Muerte dudosa”, la leyenda fuese reemplazada por “Homicidio”.
“En un principio, se quiso hacer creer que su muerte fue un accidente, no un crimen”, apuntó Rosa. Amigos del joven asesinado, levantaron un monolito en su memoria, en la esquina de Aguero y Urquiza.
Rosa y Antonio se entregaron de lleno a la causa de AVISE. En esa lucha, Rosa se sentó a la mesa de Mirtha Legrand y levantó la bandera de la entidad, el malogrado Juan Castro la visito en su casa para hablar de Maxi y Rosa también habló de AVISE.
“Es que los integrantes de AVISE tenemos claro que si nosotros disponemos de un momento en los medios debe ser para plantear nuestro objetivo: esclarecer los crímenes”, subrayó nuestra vecina.
El matrimonio González se mudó a la calle Sarratea, entre Moreno y Pascal, siempre en Villa Parque. Hace ya un tiempo, en esta vivienda (foto) , charlamos con el matrimonio que nos transmitió estos conceptos:
· En casos como el nuestro nunca se debe perder el objetivo: esclarecer el crimen… peleando las causas en la Justicia, en la Gobernación, pidiendo que se recompense a quien aporte algún dato.
· No es aconsejable desesperarse por querer hablar con funcionarios, como generalmente suele suceder, creyendo que con eso van a esclarecer el hecho. Es preferible, en la medida de lo posible a, en primer lugar, “cuidar” el escenario donde ocurrió el asesinato. No crean que la Policía lo va a hacer, hay mucha irresponsabilidad en todo eso.
· También es muy importante buscar testigos y cuidarlos.
· Fijarse en cuál es el fiscal que les toca, averiguar sus antecedentes… A nosotros, al principio, nos tocó una fiscal a la que nunca le interesó el tema Maxi y desechó todo lo que pudimos aportar.
· Cuando se encuentra algo, hay que llamar al fiscal y decirle: “Doctor, venga ahora, por favor, no mande a otro”, e insistirle. Si uno no hace todo eso, nadie lo va a hacer.
– ¿Cómo sigue la vida después de que asesinan un familiar?.
Rosa: Al principio, tenía mucho dolor; después, bronca, ansiedad por encontrar los culpables… sentí que me iba ganando el rencor, la rabia. Luché contra esos malos sentimientos que quieren apoderarse de uno. Había adelgazado veinte kilos, me llené de canas y tuve psoriasis. Mi doctora me dijo que fue una suerte que todo lo malo estuviera afuera porque si se quedaba adentro, me iba a generar un tumor. Yo me desvivía en ese entonces por todo lo referente a Maxi. Le hablaba a la gente, buscaba testigos. En casa apenas si paraba. Un día hice un clik cuando uno de mis hijos me dijo: “Mamá… ¿Y nosotros?”. Ahí empecé a equilibrar las cosas.
– El hecho de juntarse con personas que tienen padecimientos similares debe servir de contención…
Rosa: Eso es bueno. Aunque nuestra experiencia en AVISE también indica que hay que tener en claro que la vida sigue, que sin claudicar en nuestra lucha, también debemos entender que estamos vivos.
Antonio: Hay momentos en que uno tiene nada más que escuchar al familiar que viene a exponer, a desahogarse por un crimen reciente… ahí hay que ser solo oídos. Pero pasado el tiempo, también hay que poner límites porque de lo contrario es enfermante, es ir contra la realidad, no es aconsejable. Hay personas que hasta sus propios allegados las hicieron de lado porque eran monotemáticas, excluyentes. Por otro lado, es cierto que juntarse con otras familias sirve de contención. Y hemos aprendido que la mejor ayuda proviene de los familiares que ya pasaron por esas experiencias tan dolorosas. En los comienzos de AVISE, organizábamos reuniones todos los sábados con psicólogos que, con la mejor buena voluntad, daban charlas. A algunos les sirvió de mucho pero había familiares que se preguntaban “¿Qué me quiso decir?”. Y se sentían más comprendidos por quienes padecían su mismo dolor y les contaban su historia personal de superación. Todo esto lo hemos aprendido con el tiempo. Como también aprendimos que cuando exigimos justicia, aun con todo el derecho que nos asiste, debemos cuidar las formas; no es insultando o tirando piedras el modo de exigir, aunque algunos lo merezcan. Hemos demostrado, en estos años, que siguiendo este camino se esclarecieron varios hechos…
– Aunque el caso de Maxi todavía no fue esclarecido…
Antonio: Así es, pero nuestra forma de peticionar no es a través del insulto o de patear fiscalías. Lo que nunca tenemos que hacer es perder el objetivo principal: esclarecer la causa. Y también tener muy claro que como institución tenemos que ser intermediario entre los familiares de víctimas y los funcionarios que tienen la responsabilidad de trabajar en la causa. Jamás nos podríamos jactar de esclarecer el delito porque no somos abogados ni criminalistas ni policías. Apenas si somos víctimas con alguna experiencia de haber trabajado en esto y saber cómo movernos.
AVISE se convirtió en referente a nivel nacional de este tipo de instituciones. Sus componentes fueron llamados a dar conferencias en distintos lugares del país y “pedirnos asesoramiento cada vez que quieren armarse entidades parecidas”.
La apretada síntesis de la nota, impidió reproducir el dolor, el desgaste y las frustraciones que acompañaron a los González a lo largo de su lucha en búsqueda de justicia.
– ¿A veces no dan ganas de claudicar?.
Rosa: A veces, sí; a veces, cuando un hecho se esclarece, aunque el nuestro permanezca impune, nos sentimos reconfortados.
Antonio: Si bien en este camino hemos conocido a La basura humana más grande, también a Ia gente más generosa que uno puede encontrar… gente anónima, muchas veces… y no hablemos de gente como Pérez Esquivel que se pone a la altura de uno para brindar la mejor ayuda… Uno conoce desde lo más ruin hasta lo mejor. Y es cierto, a veces uno siente el desgaste, pero es apenas momentáneo.
– ¿Qué tienen ganas de decir?
Rosa: Que hemos peleado para que nuestro objetivo no se tiña de color político. Que agradecemos a quienes nos ayudan en todo; incluso, en los comedores infantiles que apoyamos. Que trabajamos también en la prevención dando charlas en las escuelas, universidades, exponiendo casos concretos, explicando en qué cosas actúa mal la Policía o la Justicia… eso es también una forma de prevención.
Antonio: Hemos hecho todo lo que hemos podido y hemos sabido hacer.
Rosa: Me gustaría decir que hoy siento que la mirada del vecino contiene mucho respeto y, principalmente, mucho afecto. En una caja, guardo todas las estampitas, mensajes y cositas que me regaló la gente que me encuentra por la calle… Esto sucede porque, considero, siempre nos hemos comportado con dignidad, evitando dar lástima.