Junto a los años ´40, arribó Anselmo a Caseros. Oriundo de Palmira – pueblo ferroviario y mendocino – el cuyano con nombre de guapo se involucró en el transcurrir de este todavía pueblo que por entonces languidecía entre quintas, lagunas y hornos de ladrillo.
“Llegué aquí junto a María Luisa, mi esposa, y a Antonio, mi hermano mayor, quien fue como un segundo padre para mí; él era señalero y pidió que lo trasladaran acá… yo lo seguí porque en donde nací había poco trabajo. A Palmira la recuerdo con mucho afecto porque allí pasé una infancia y adolescencia feliz… claro, nos conformábamos con poco”, nos relató, Anselmo, en cierta oportunidad.
Los mendocinos se afincaron en una casa de la calle Sarmiento, entre Moreno y Belgrano.
“En la casa de al lado vivía don Fernandes D’Oliveira y, del otro lado, estaba la maternidad de doña Argentina Fernández“, recordó Anselmo.
La década del ’40 fue dura. Anselmo apechugó la situación trabajando, en temporada veraniega, como “valet de dormitorio” en un pretencioso hotel de Miramar.
“El hotel tenía hasta campo de golf… era un lugar para diplomáticos”.
EL CUYANITO
Al tiempo, ingresó como empleado en una contaduría porteña y, paralelamente, junto a su hermano Antonio, inauguró la fonda “El Cuyanito”en la calle Moreno, entre Sarmiento y San Jorge… “frente al cine Caseros”, antiguo biógrafo que se levantaba en esa cuadra (vereda par).
Anselmo se surtía “en lo de Sanchís” para preparar bifes, milanesas o las ultra pedidas papas fritas a caballo: tiempos, claro, en que la delgadez era derrotada por las curvas generosas.
Cuando el cine Caseros se convirtió en sede del legendario club Unión de Caseros, El Cuyanito vivió su apogeo dado que las milongas despertaban el apetito caserino.
Tangos, romance y manteles de hule en lo de Anselmo era una velada atractiva y convocante para los mozos y mozas del vecindario.
Luego de su inicial experiencia gastronómica, el mendocino inauguró otro comedero “a metros del bar “El Pampa…” (Valentín Gómez y Andrés Ferreyra).
LA AMISTAD Y EL CISCO KID
El nuevo emprendimiento se llamó “La Amistad” y revolucionó al barrio gracias a la posesión de un aparato increíble llamado televisor. “Iban muchos vecinos a comer y ver la tele… claro, fue uno de los primeros televisores de Caseros”.
Por la tarde, los pibes pedían permiso para ver los galopes de “Furia” o las aventuras del Cisco Kid.
YERATON CASERINO
En 1960, Anselmo tiró abajo un dormitorio de su casa de la calle Sarmiento, techó el jardín y dio nacimiento al restaurante Ideal, popularmente conocido como “El Yeraton de Caseros”.
Por aquí transitaron infinitos caserinos – “ya atendimos a dos o tres generaciones de vecinos”, detalló don Carrera – quienes ocuparon las mesas sencillas y se sintieron como en su propia casa.
Así fue transcurriendo su vida en Caseros. Emocionado, afirmó que “a este pueblo le debo mucho… aquí progresé, aquí crie a mi familia… siempre fuimos muy unidos y todo lo hicimos juntos”.
El protagonista de esta nota se llamaba Anselmo Carrera, tuvo dos hijos, Beatriz Rosa y el querido Carlitos, quien actualmente sigue al frente del restaurante que años atrás, fue declarado “Notable de Tres de Febrero”.
Anselmo falleció el 27 de marzo de 2001, a sus 86 años. Es parte de la historia de Caseros.