Ubicada en Villa Mathieu (Rebizzo, entre Spandonari y Juan M. de Rosas), la Casa Museo Parodi se inauguró el 25 de octubre de 1989. Aquí residió y creó sus obras el destacado escultor Santiago Parodi, quien donó la vivienda al municipio con el objetivo de convertirla en un polo cultural.

El portal el1digital.com.ar describe que “en el museo se encuentran obras que muestran diferentes aspectos de la vida social. En este espacio, que fue donado por el propio artista, se realizan visitas guiadas a colegios y diversas entidades. Asimismo, se dictan cursos o talleres de diferentes temáticas artísticas”.

Se detalla también que “las esculturas expuestas están realizadas, en su gran mayoría, en yeso y algunas otras en cemento. Hay esculturas de niños en las que el autor tomó como modelos a sus vecinitos y, también, numerosas esculturas de mujeres en distintas facetas. Asimismo, se destacan los grupos escultóricos que conforman el monumento denominado “Amaos los Unos a los Otros”, una obra que no llegó a finalizarse. También hay bustos de próceres nacionales y extranjeros. Se exponen, además de las esculturas, obras pictóricas realizadas por sus hermanos Antonio y Ángel Parodi”.

“En esta casa vivió Santiago Parodi, un escultor del barrio. El inmueble se lo entregó al municipio porque tenía el interés de que los vecinos puedan asistir y disfrutar de este espacio”, explicó la museóloga Noelia Ceroni en diálogo con El1.

“Él lo pensó como escuela taller y es una sede cultural con museo, así que tiene un doble funcionamiento”, añadió. 

Antes de dedicarse a la escultura, nuestro vecino fue, se recuerda, “un personaje un tanto rebelde. En su juventud, específicamente a los 21 años, Parodi viajó a Estados Unidos para trabajar como boxeador, su primer oficio. Y recién a los 30 años comenzó su carrera como escultor”.

“Cuando volvió de Estados Unidos se instaló en Comodoro Rivadavia y, después de eso, practicó con un vecino que se dedicaba a la escultura y se dio cuenta de que tenía facilidad para trabajar con este material”, detalló Ceroni, quien sumó: “Fue autodidacta, no estudió. Sin embargo, realizó un taller de ornamentación durante un año, en el que se preparó para trabajar un nivel de piezas de metal que son más grandes que llevan otro tipo de técnica”.

En las salas que se exponen en el museo se pueden encontrar trabajos relacionados a la protesta y cuestiones más sociales, vecinos y obras relacionadas al deporte.

“También empiezan a aparecer las infancias, hay algo de la observación de lo que lo rodea que también es super valioso”, indicó la museóloga.

La figura de la mujer

A través de los ojos del artista se puede ver una mirada avanzada para un contexto de los años 30 y 40, en los que la mujer todavía no tenía el derecho al voto. En ese entorno, Santiago Parodi empezó a realizar esculturas de mujeres trabajadoras, y también, en situaciones vulnerables. “Esa es la proyección que ya tenía, más allá del tiempo en el que vivía, y seguramente son de situaciones que él observaba”, comentó Ceroni.

Isolda, su esposa, aparece en varias de sus obras: “Los vecinos la conocían como Lili; cuentan que ella que era muy lectora, que estaba siempre con un libro bajo el brazo, y que era una mujer rubia alta e imponente”.

En el 1digital se subraya que “Parodi tenía un vínculo cercano con Benito Quinquela Martín y Alfonsina Storni; se juntaba en el Café Tortoni con los artistas de esa época. Por eso es muy interesante ver que, pese a eso, eligió dejar su casa para los vecinos”.

ESPECIALMENTE PARA MIS VECINOS...

“Todos estos artistas tienen museos en Capital o sus piezas están distribuidas por grandes polos culturales. Parodi intencionalmente dejó por escrito que su obra iba a quedarse para que los vecinos lo usen como un espacio donde se hagan talleres, actividades relacionadas a las artes, eso hace que los vecinos lo quieran tanto”, detalló la museóloga.

“Amaos los unos a los otros”

Hay una sala que está dedicada a un proyecto en el que trabajó durante 38 años. La pieza se llama “Monumento a la paz y fraternidad, amaos los unos a los otros”.

De haberse concretado este proyecto, mediría 46 metros de largo y el Cristo tendría 14 de alto.

“No llegó a finalizarse por una cuestión de presupuesto porque son piezas de fundido en metal, son muy pesadas y se requiere mucho dinero. Lo que él quería demostrar y es algo que también trasciende el tiempo, es el de la gente que colabora, que te ayuda, que sostiene al que está cayendo”, comentó Ceroni.