Fue entre los años ’80 y ‘90 que cada 8 de diciembre, Luis Pagano prendía, a las 21, las luces del jardín de su casa ubicado en la calle Esteban Merlo y al instante quedaba iluminado un fantástico cuadro navideño.

Eran 27.000 luces que impactaban a los incesantes espectadores que cada noche, entre las 21 y las 24, se fascinaban ante la escenografía integrada, además, con casitas fluorescentes, ‘Papá Noel’ móvil, cometas, antorchas, doradas guirnaldas, un pesebre, dos venados…

El espectáculo – que continuaba hasta cada 6 de enero – se completaba con el sonido de villancicos mientras que en un cartel lumínico destellaban buenos augurios.

El maravilloso jardín tuvo difusión nacional e internacional ya que sus imágenes fueron proyectadas por América 2, Canal 9 y hasta la cadena CNN lo presentó como símbolo de Navidad en la Argentina.

Por aquel entonces, Luis – quien se desempeñaba como empleado administrativo y disc jockey en sus ratos libres – nos señaló que preparar todo le llevaba alrededor de dos meses y contaba “con la colaboración de todos mis parientes”.

También sostuvo que cada vez iba adquiriendo más luces a las que trataba de comprar “fuera de temporada porque salen más baratas”.

Estimó que cada año, eran alrededor de 10 mil las personas que se acercaban a disfrutar el espléndido espectáculo navideño.

Pagano recordó que en una de las noches del 24 “aparecieron dos Papás Noel para repartir golosinas y juguetes entre los chicos y, el 6 de enero, también llegaron los Reyes Magos”.

Por otro lado, varios vecinos solicitaron permiso para fotografiarse en el jardín con motivo de su casamiento, bautismo, etc. También, el buzón de la casa de la calle Esteban Merlo se llenaba de cartitas que dejaban los chiquitos para los Reyes y, además, con saludos y agradecimientos por el esfuerzo en presentar la escenografía navideña.

“AL IGUAL QUE A MI MAMÁ, ARMAR EL JARDÍN ME HACE MUY FELIZ”

A Luis Pagano, quien vivía junto a su mamá Ida, no le sobraba el dinero y debía ajustar su presupuesto para abonar la factura de Edenor. Le preguntamos por qué hacía todo eso; simplemente, nos respondió: “Porque al igual que a mi mamá, armar el jardín, me hace muy feliz”.

Supimos que un año, el fallecimiento de un familiar muy querido, cerca de las fiestas navideñas, interrumpió para siempre el decorado anual del jardín.

Un día, pasamos por allí y vimos que la casa estaba en venta.