“Éste es mi regalo para todos los niños del mundo…”, dijo Albert Bruce Sabín el médico polaco descubridor de la vacuna contra la poliomielitis.
“Muchos insistieron en que patentara la vacuna, pero no quise hacerlo”, detalló el profesional al explicar por qué decidió no patentar la vacuna para que todas las compañías farmacéuticas pudieran producirla.
Su renuncia al dinero que le generaría patentar su hallazgo permitió que éste se propague a todos, incluidos los más pobres. Millones de niños de todo el planeta fueron vacunados, facilitando la erradicación casi total de la nefasta enfermedad.
La voluntad del médico polaco inspiró el título de este relato (“Hay gente…”), fragmento del poema de Hamlet L. Quintana.