Reconocido vecino de Caseros, vivía en avenida San Martín, entre Sabattini y Alberdi.

Fue tesorero del City Bank (Casa Central) y dirigente del Ateneo Bancario Argentino de Estudios Económicos.

Por otro lado, Concarini militó en el justicialismo en tiempos en que Caseros pertenecía al distrito Gral. San Martín. Ejerció el cargo de concejal en dos oportunidades.

Durante ambas gestiones, apoyó e impulsó el desarrollo de, entre otras instituciones, Cruz Roja de Caseros, Santos Lugares y Villa Ballester; Escuela Cristo Rey; club Villa Raffo; parroquia San José Obrero; Biblioteca “Alberdi”, club “9 de Julio”, sociedades de fomento “Alianza” y “Villa Bosch”.

Además, fue autor de – entre otros – los siguientes proyectos:

· Retiro del boulevard existente en avenida San Martín (Caseros Norte) y posterior asfalto.

· Remodelación de la Plaza Villa Alianza.

· Exoneración de tasas municipales y de edificación al Banco Cooperativo de Caseros, por tratarse de una entidad cooperativa.

· Construcción de la plaza Giorello (Santos Lugares).

·  Designación de tres calles de Caseros con los nombres: Rebizzo, De Tata y Fischetti.

· Investigación sumarial para determinar los responsables de la desaparición de la Cooperativa de Electricidad “Clife”.

· Fue autor – junto al concejal Jusi Hillar- de la creación de la Policía Municipal uniformada y de su reglamento.

En lo social, cumplió funciones directivas en SITAS, Comisión pro defensa del Banco Cooperativo de Caseros y Asociación Fomento de Caseros.

Fue reconocido por el Arzobispado de La Plata y por vecinos de Caseros por su apoyo a la construcción de la escuela secundaria “La Merced”, subsidiada por la Municipalidad de San Martín.

Casado con Clotilde Orlanda Ferro; el matrimonio tuvo tres hijos – Juan Carlos, Héctor Mario y Liliana María – cuatro nietos y dos bisnietos.

Concarini falleció en la mañana del sábado 31 de julio de 1999, a sus 84 años.

Pocas semanas antes, nuestro vecino había escrito la siguiente carta dirigida a sus hijos:

A mis hijos, en el Día del Padre:

   No sé por qué extraña razón me siento impulsado a escribirles. Puede que sea producto de la chochera o bien Dios me impulsa a hacerlo. Queridos hijos, los días, meses y años van pasando, yo ya no tengo aquellos años que tanto añoro, no para volverlos a vivir porque en realidad fueron muy duros, sino que los quisiera tener para ver a vuestros hijos – mis nietos – crecer y ver qué será de ellos el día de mañana.

Todos sabemos que la Ley de la Vida nos lleva a envejecer, unos con más o menos suerte que otros; yo no me puedo quejar, pues he tenido la inmensa suerte de tener una familia muy bien constituida y de la que me siento orgulloso.

  Como es lógico, a veces, sin pensar podemos molestar con nuestros consejos, pero esto viene por tradición, siempre pensamos que un buen consejo a tiempo puede resolver problemas de quien con apresuramiento, no los puede resolver como quisiera.

   Yo muchas veces pienso si con Uds. me he portado bien como padre; como es lógico, digo esto por cuanto reconozco mi carácter, pero puedo asegurarles que mis reproches o consejos fueron los mejor intencionados, y los digo porque yo no he tenido la suerte de que mis padres, que en paz descansen, jamás han tenido diálogos con sus hijos, porque eran otras épocas; distintas, muy duras por cierto y que no les daban tiempo para pensar en nosotros y además porque la cultura de aquel entonces no estaba tan avanzada como lo está hoy.

Queridos hijos míos, sé de vuestras preocupaciones, sé que en estos momentos todos Uds. están pensando qué futuro les depara el destino a vuestros hijos, pero tengan confianza como yo la he tenido, que si bien los primeros pasos de vuestros hijos son duros, al final, dentro de esta era moderna, encontraran su futuro, por cuanto Uds. sabrán encaminarlos tanto como vuestra madre o como yo lo hemos hecho.

Quisiera expresar con mayor sentimiento y volcar en ésta todo lo que siento por ustedes, que es orgullo de padre, viendo que sus hijos piensan con cariño por su familia y para su familia.

Estaría horas escribiéndoles en este Día del Padre y lo hago en recuerdo del mío porque a pesar de su severidad, me ha servido para tener una familia como la que tengo y de la que me siento completamente satisfecho. Estoy seguro de que cuando me toque la hora, al pensar en ustedes, Dios les colmará de felicidad, porque así se lo merecen y se lo pediré.

Queridos hijos, en este día, reciban ustedes de su padre las muchas gracias por ser dignos hijos míos, por vuestra contracción al trabajo y a la familia.

                                         Besos. Su padre.