Delma Carosella (83) nació en Chacabuco, ciudad donde transcurrió su infancia junto a sus padres (agricultores), sus tres hermanos y donde concurría a caballo a su escuela primaria.
Cursando el Normal – se recibió de maestra- se enamoró de un joven, Carlos Geuze, quien, oriundo de un pueblo cercano, se hospedaba en una pensión estudiantil.
Ya casados y con dos hijas- María Maride Delma y María Lici Elizabeth – el matrimonio se afincó en Caseros, en la calle Constitución, entre Belgrano y Moreno. Delma se empleó en la Escuela N° 7, en Villa Mathieu, donde ejerció la docencia hasta su jubilación. Fue en unas vacaciones en Mar del Plata cuando nuestra vecina se maravilló ante una joven de pollera larga que contaba cuentos en la vereda, y tanto se fascinó con lo que narraba como con la interpretación que desarrollaba la muchacha.
Con el tiempo, Delma quedó viuda y su hija Maride decidió afincarse en Holanda. Nuestra vecina- impulsada por Alberto Arrabaca, recordado directivo de la biblioteca Mitre– se decidió a leer cuentos en la casa de libros donde, además, creó el Rincón Infantil, un espacio en el que recibe, desde hace más de dos décadas, a alumnitos de los jardines vecinos.
En 1989, ingresó a la Asociación de Docentes Jubilados de Tres de Febrero – entidad que se reúne en la biblioteca Alberdi- y fue en el legendario escenario que supo lucir la institución de Sarmiento y Belgrano donde Delma, recordando a la joven de pollera larga, se animó a contar cuentos infantiles. Previamente, imaginó un personaje- al que dotó de un vestuario pertinente- para que la ayudara a interpretar sus narraciones: así nació Doña Girasol. Y fue así que la abuela de la calle Constitución (tiene tres nietos holandeses: Juan, Kirche y Conrado) comenzó a presentarse en distintos escenarios, tanto locales como del interior. Ya se cuentan de a miles los chicos que sentados en almohadones escuchan a Doña Girasol quien tras contarles cuentos, les regala un chupetín y una bolsita con semillas de girasol. Y así anda Delma por la vida: regalando semillas y relatando que por el cielo surcan alfombras voladoras. Y algo de razón debe de tener; por algo, la Asociación Caseros Centenaria le entregó el premio denominado Caserino Especial.